15 agosto, 2009

Tan sólo mirarte a los ojos

¿Y qué si miro tus ojos? ¿Y qué si tan sólo lo hago para huir momentáneamente de este mundo? ¿Y qué si suspiro, si callo, si olvido…? No puedes evitar mi mirada, la mantengo alejada pero fija, ¿y qué si te digo que no voltearé?

Ya no importa mucho si desvías tus pupilas, no importa más si bajas los párpados, dentro obtuve el objetivo deseado: mirarte, tan sólo eso, mirarte a los ojos. Da más si después de eso te pones nervioso, si tu piel se sonroja, no importa en demasía que comiences a tartamudear, que no halles principio ni final de la situación.

Tan sólo quiero mirarte a los ojos, a ese sitio que dicen son la ventana del corazón, no sé, de tu corazón no hallo mucho, pero al menos veo mi rostro reflejado en esas pupilas tuyas, me veo tan pequeña y a la vez tan dominante, ¿y qué si digo que no bajaré la mirada? ¿Y qué si te propongo una competencia para ver quién parpadea primero? Tú no parpadearás porque no te gusta perder y a la vez porque quieres ver el efecto de tus ojos en los míos, tienes ganas de verse asomar una sonrisa que con mi débil voluntad se convertirá en una carcajada.

Quiero tan sólo mirar tus ojos, tan sólo eso. Comprender en mensaje pupilesco por qué te fuiste, a dónde irás y si volverás. Hallar en ese color café oscuro la razón de tu ausencia y de mi desesperación, ¡quiero mirarte a los ojos!, ¿y qué si te digo que no te he olvidado? ¿y qué si me pongo a llorar? Los míos no encuentran tan fácil tu mirada en los millones que se proyectan diario. Tan sólo mirarlos… tan sólo recordarles.

Tan sólo mirar… ver… ver tus ojos, pero aún cuando levanto los párpados, aunque tus ojos estaban intactos, la luz me permite apreciar que se han desvanecido.

07 agosto, 2009

Esos dedos que no cesan

Los dedos de ella no cesan. Ya no más. Basta de que sus dedos intenten sentir el cuerpo de él al roce de cada persona, de cada mano que estrecha. Basta dedos, ¡basta!, ¿no entienden que el sentido no puede sentir la misma piel dos veces al paso de tanto tiempo?

Dedos ilusos que intentan emanar los cabellos, dedos tontos que sugieren sentirlo en cada pared que él abandonó, en cada ropa parecida a la que él usó, en cada banca en que se sentó. Dedos nerviosos por su ausencia, ella no sabe qué hacer con ellos, no sabe.

Un día iba caminando por la calle y los dedos sugirieron que él se hallaba cerca al tocar el disco de su banda favorita, comenzaron a acariciar la portada, los demás discos, el barandal, contagiaron a los oídos de frases musicales que evocaba el sentido. Pobres dedos, la dejaron ilusionada porque él no estaba por ahí. Otro día los dedos se equivocaron al marcar un número y marcaron el de él, ese número que el cerebro creyó haber desechado pero los dedos traviesos se lo robaron y lo evocaron de manera ingenua, él no contestó, los dedos sufrieron de frío.

Esos dedos que en esa gran ciudad la hacen desatinar, la hacen chocar accidentalmente con todo chico parecido a él, pero la vista dice que no se parecen, la vista no miente tanto como ellos. Esos dedos que escriben sin parar sobre él haciendo caso omiso a la llamada del pensamiento de cesar, de terminar.

¡Sus dedos no cesan! ¡Sus dedos se desplazan por la sien sin lograr determinar la ubicación exacta de su persona! Esos dedos que se vuelven locos y se niegan a escribir el nombre de otro que no sea él. Esos dedos que se ensucian tratando de averiguar si aun recuerdan la textura de los dulces que a él le gustaban.

Esos dedos que se hicieron adictos al contacto de otras manos, que los abrigaba, que los mecía y los numeraba. Diez dedos, todos pequeños, protegidos por otros diez dedos simpatiquillos que no sabían por dónde empezar a despedirse.

Por eso nunca se despidieron y ahora los dedos de ella se vuelven locos, y sienten y tocan y vuelven a analizar las texturas, intentan hallar lo que jamás tuvieron, esos dedos que la vuelven loca porque no dejan de mover el lápiz rasgando un nombre de alguien que ya no está. Esos dedos… que no cesarán hasta encontrarlo.

05 agosto, 2009

Vivir lejos de casa… da hambre

Comida. Nunca he sido aficionada a comer. Esa es la misma razón por la que tuve problemas de anemia, pero no es mi intención no comer, es más bien que no es una prioridad en mi sistema, así lo he mal acostumbrado. Cuando iba al bachiller me levantaba demasiado temprano y mi estómago gritaba y pataleaba si me atrevía a echarle un vaso de leche a las 5:20 am, cuando mi sentido del deber era más fuerte que los horrorosos jirones de esa cosa que muele la comida, la leche regresaba por donde vino, y no es que me guste escribir estas cosas tan desagradables, pero es para resumir: yo no desayunaba.

Y así como no desayunaba, a la hora de la salida me gustaba echarle al pequeñuelo [me refiero a mi estómago] montones de chocolates Larín, porque son mis favoritos y el de nuez es la onda, esas cosas que reciben el nombre de Runners, y tortas, jugos, enchiladas y banderillas. Aun no entiendo cómo es que no engordo, aunque es una virtud muy grande, comer de todo y no engordar. Total que mi sistema alimenticio daba pena, llegaba a casa y como mis padres no estaban a mí no me daba hambre, así que esperaba hasta la cena.

Y entonces degustaba la comida de mi mamá, que aunque dice que no sabe cocinar a mí me gusta lo que hace, porque al menos sé que lava las verduras y todo es sano.

Ahora todo es diferente, vivir lejos de casa… pesa. Dos días han bastado para descubrir que necesito comida de verdad, no niego que esa pizza, los tacos de canasta y el sándwich improvisado estuvieron ricos [yumi :P], ¡pero necesito tortillas señores!, sopita de codito, nopalitos, salsa verde o roja o guacamole, pollo empanizado, camarones, que soy muy exigente de paladar y mi abuela se los puede avalar [ella es en verdad una gran cocinera].

Vivir lejos de casa… da hambre. Y es que sólo cuando estás tan apartado de los clásicos regaños “tómate la leche”, “termina el guisado”, “no te vas hasta que no te tragues esa coliflor” es cuando descubres que después de todo no siempre vas a estar alimentándote de pizzas, hamburguesas, taquitos, doritos y papas a la francesa, ya ven lo que le pasó al sujeto ese que comió McDonald’s todos los días en un mes [engordó horrible y le dio hipertensión arterial :S ]

Así es, mis cinco sentidos protestaron por irme a vivir a la ciudad, supongo que el del gusto fue el más berrinchudo, pero tranquis amiga lengüita, que una vez acostumbrada al ritmo de esta sociedad tan presurosa podré hallar tiempo para hacer un rico guisado y deleitarte [yumi :) ]

Entonces ¿quién quiere comer conmigo?

04 agosto, 2009

ENTRE RECORDAR, OLVIDAR Y CREER DE NUEVO

Sakura y Shaoran

No estoy bien. Hace muchos días en verdad que no me siento bien. Si pudiese regresar el tiempo, esa misma frase es ya una mentira, el tiempo no regresa, los días no regresan, las noches se aglomeran en el pensamiento y en el susurro constante que pide casi sin voz: regresa.

Regresar al pasado, como pedir que en el futuro no haya más caídas, es imposible. Regresar a ese pasado que después de todo se sigue presentando, diario, diario, diario, diario… sin final aparente. Recordar hasta el cansancio, hasta que todo se vuelve una mezcla pastosa y entonces comienzan las alucinaciones, esas de ya no saber qué es verdad, qué es mentira, porque algo he comprobado, mi cerebro se inventa historias sólo para estar mejor.

Pedir que los años retrocedan, sólo a ese pequeño momento, a esos escasos minutos en que yo lo conocí, pedir que regrese el tiempo sólo para advertirme, para gritarme: ¡no te fijes en él!, pero NO, eso jamás sucederá, y lo que más sorprende es que tenga que escribir sobre esto.

¿Curas? Muchas, ¿que si he practicado la psicología? por supuesto, ¿sacar un clavo con otro? muchas veces, ¿ser optimista frente a los días que se avecinan? SIEMPRE, ¿creer, caer, sentir, llorar? muy seguido. Él no se va. Y no se va no porque yo no quiera, es claro que quiero, es lo que más quiero, que se vaya para siempre, para siempre…

No me siento bien. En verdad no me siento bien. Virar hacia atrás la cabeza y descubrir la cantidad de errores cometidos a partir de su ausencia, verme tirada de nuevo, en una estúpida soledad que no tiene nada que ver con estar sola, sino a estar sin él. Y a resumidas cuentas yo ya no sé quién es él, ni si existe, yo ya no sé dónde está ni por qué se quedó su imagen anidada en el cerebro.

Puaj. Ya no quiero. Es como vomitar el corazón cientos de veces. Puaj y más puaj por la estúpida situación, no pienso quedarme así, no más. Esto quizá me haga la peor de las personas, pero por ejemplo, yo creí que lo olvidaría, yo creí que había encontrado a la persona idónea para desterrarlo siempre.

Pero esa persona ha resultado ser mucho más egoísta que yo, mucho más orgullosa y mucho más imbécil, no estoy bien por eso, por creer de nuevo en poder sanar el corazón y de pronto se encuentra con un manojo de patadas. ¿Qué le queda más a esta masa roja y que late, que refugiarse en quien le dio más vida y protección aunque ahora no esté?

Y luego esa persona en quien yo había anidado esperanzas se queja a diestra y siniestra de que yo no lo aprecié, de que jamás me preocupé por él. Lo hice siempre. Lo hice desde que noté su indiferencia, su aparente descuido, me preocupé siempre por él, hasta estos días, hasta esos días en que hidropónico volvía y yo le cerraba la puerta al recuerdo y cerraba las ventanas y hacía lo posible para que no volviera a entrar.

Esa persona nunca se dio cuenta, nunca se dará cuenta que en verdad confíe en él, que en verdad le abrí mi corazón, que en verdad quería estar con él. No más. No me siento bien porque a estas alturas ya estoy cansada de malgastar mi corazón, por esa misma razón aun dejo que se quede abrazando a hidropónico como osito de peluche, por eso deje que susurre entre sueños quiero verte, aunque sepa en demasía que el pasado no regresa, aunque me hayan metido a cientos de palabras que el destino no existe.

Por eso es que no se olvida, porque simple y sencillamente uno se da cuenta que no hay personas repetidas dos veces, y que lo que conforma a hidropónico es lo que he pedido más de una vez. ¿Existen personas mejores que él? Creo firmemente en que sí, pero ¿dónde están? Aun no pierdo del todo las esperanzas. Una esperanza de olvidarlo. La otra esperanza es de volver a estar con él.

Lamento lo patético del post. Después de todo esa era la razón por la que no me sentía bien. Y tenía que escribirlo.

02 agosto, 2009

A FALTA DE INSPIRACIÓN

komatsu

Regreso a Coyoacán mañana por la tarde, es algo problemático porque en el departamento no hay señal de internet y eso me frustra. Aún así todavía estoy acomodando algunas cosas que me llevaré, entre ellas mis discos de la secundaria y un oso de peluche que por cierto se llama Gil.

Quemé un mp3 con las canciones que más me gustan, la mayoría son demasiado nostálgicas y me choca ser tan deprimente, no me había dado cuenta que últimamente pienso demasiado en su ausencia, pero ya había establecido una teoría, es porque son vacaciones y este pueblo está lleno de él, cuando regrese a la escuela la mente divagará en otros asuntos y muy afortunadamente podré volver al pensamiento alivianado y sin sentido de mi vida.

Ahora que me iniciaré en el turno vespertino estoy pensando si será mejor hacer las tareas en la mañana o regresando de la escuela, XD, son cosas que han atravesado mi cabeza, lo que me emociona es que ahora estaré a quince minutos de la Cineteca Nacional y podré disfrutar los pastos de Filosofía y Letras, [el césped pues…].

Mientras pensaba en esas y demás cosas sin utilidad aparente se escuchó la siguiente canción, hace mucho que bajo por esa escalera y no he vuelto a subir, unos dirían regresar a la realidad, para los que me conocen esto puede sonar patético, o quizá no, saben que vivo siempre demasiado en mis cosas, hasta me han tachado de ingenua por no darme cuenta, pero en fin, es una más en el mp3 que dan sentido a este ir y venir de sinsabores.

ESCALERA

by MonocordiO

Estoy sentado aquí cumpliendo mi papel, nadie sospecha que en cualquier momento puedo huir a un lugar mejor sin moverme de aquí, basta bajar esa escalera hasta el fondo de mí.

Y aún estoy aquí pero algo no es igual, el aire se transforma en algo parecido al mar, y en esa densidad yo soy parte del mar, yo soy la ola, soy el agua, el pez y la sal.

Siempre vuelvo a mí, el río busca el mar, cuando no estás aquí…

Puede ser que al final del cambio de estación, yo te busque en el mar.

Eres como la noche callada y constelada, tu silencio es de estrella tan lejano y sensible.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente, distante y dolorosa como si hubieras muerto, una palabra entonces, una sonrisa basta y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Y aún estoy aquí pero algo no es igual, el aire se transforma en algo parecido al mar, y en esa densidad yo soy parte del mar, yo soy la ola, soy el agua, el pez y la sal.

Siempre vuelvo a mí, el río busca el mar, cuando no estás aquí…

Puede ser que al final del cambio de estación, yo te busque en el mar.

Lo malo de que lo busque en el mar es que no sé nadar muy bien, aunque anhelo en demasía poder decir que nuestros ríos encontraron la misma agua.