28 septiembre, 2010

Desilusión

soledad1

Reconozco en mí aquello que nunca quise ser. Me di cuenta no precisamente por mirarme fijamente en el espejo, sino por leer con atención mis letras y notar con aflicción mi desempeño en la vida… en mi vida. Soy todo eso que siempre critiqué. Una imagen completa de todos mis traumas, que ya desechados, se adhirieron a mi piel para convertir mi aspecto en una plaga de errores.

No sé por qué apenas me di cuenta, comienza a preocuparme mi perspectiva general de todas las cosas. Sabiendo que no soy ya lo que creí que era… ¿quién me asegura que todo lo demás no es en sí lo que yo venía defendiendo?

25 septiembre, 2010

Inmóvil

images

Estamos lejos y estamos cerca, ya alguien habló de eso alguna vez. Si cierro mis ojos puedo verte, pero todavía me falta perfeccionar tu recuerdo, ver con claridad esas líneas que te aprecio cuando acercas tu rostro al mío para darme un beso. Digamos que, si cierro mis ojos, sólo te veo. Ni siquiera imagino el color de tu ropa, sólo estás ahí, como una imagen intacta que me sonríe. Eres una imagen intacta que me sonríe. Y como imagen intacta intento darte movimiento con mis manos, pero hasta ahora eso sólo ha logrado deformarte, no consigo que te muevas en mi mente… ¿por qué? ¿Por qué?

Necesito que te muevas, porque así, inmóvil, no puedes dar patadas a las ideas de soledad que me invaden cuando tú no estás.

Te extraño.

20 septiembre, 2010

Edmundo

Yo no me acuerdo de mí, por eso escribo un Diario. He leído con gracia mis anotaciones de los doce años, iba en sexto de la primaria y ya había terminado mi relación con Humberto. Vaya, mi ortografía era mala, aún no usaba todos los acentos y no podía escribir bien la palabra decisión. En realidad toda mi redacción era algo torpe, de una cosa me saltaba a la otra dejando lagunas enormes, me gustaría saber qué hubiera dicho sobre ciertas cosas, pero no lo dije… creo que de ahora en adelante seré más cuidadosa al escribir el Diario, no quiero dejar cabos sueltos.

Como aquél de cómo fue que conocí a Edmundo. De pronto aparece mencionado en mi Diario, de la nada, sin preámbulos, no escribí algo como: “Hoy conocí a Edmundo” o “Sé que nunca te he hablado de Edmundo, pero él es…” Sólo hay un fuerte y frío: “Me gusta Edmundo”. Esto lo hace aún más interesante, porque con el paso de las páginas en el Diario quiero hallar pistas que me hagan desentrañar a ese niño misterioso. Sin embargo caigo en ser una escritora fracasada, ni siquiera cuento bien las cosas…

No hay ese detalle de narración como con Humberto, no hay corazoncitos rodeando las páginas, ni siquiera escribí su nombre completo. Jamás lo describí y si me acuerdo de él físicamente es porque guardé una fotografía en el álbum. Era… ¿cómo explicarlo? Simpático, esa es la palabra. Era muy simpático y gracioso además. Lo sé porque muchas de las veces que fue mencionado escribí: “Edmundo me ha hecho reír bastante hoy con uno de esos chistes súper graciosos que siempre cuenta”. Y luego viene otra frase crucial: “Lo he descubierto, me gusta que me hagan reír”.

Nunca lo plasmé en el Diario, pero siempre lo supe, Edmundo iba en el salón de Humberto. Sé que tampoco escribí que quizás me fijé en él para hacer enojar a mi primer ex-novio, pero estoy segura que esa fue mi primera intención al entablar amistad con él. ¡Doce años y pensando en causar celos! ¿Qué tipo de persona soy? Bueno, pues en ese entonces creo que ni siquiera me preocupaba eso…

Pero así es… conocí a Edmundo a los doce años. Y no fue difícil que él se fijara en mí. Tenía don para los chistes, yo el don para reírme de ellos. Nunca nos aburríamos. Y nunca hablábamos de otras cosas que no fueran asuntos graciosos. Aunque él nunca tuvo una bicicleta, nunca me llevó a mi casa y nunca me defendió de alguien. Creo que al hacer esas comparaciones, sin querer, en mi Diario, quedó establecido que, por muy gracioso que fuera todo, él y yo nada teníamos que ver el uno con el otro.

___________________________________________________________________

Waaaa, por fin regreso al blog. Ya los extrañaba. En esta semana me pongo al corriente con todas sus entradas. El puente me secuestró y los deberes escolares también :S Pero sigo viva y con ganas de seguir escribiendo. Saludos y espero que todos se encuentren súper bien :)

08 septiembre, 2010

Tres poesías por el Bicentenario

Debido a la escasez de poesías sobre el Bicentenario, me atrevo a compartir con ustedes el trabajo de la Profesora María Concepción Carera Salas.

¿Dónde están los héroes?

 

¿Dónde están los héroes

que lucharon por la patria?

¿Dónde su ternura?

¿Dónde su valor?

¿Dónde están los héroes

que ofrendaron su existencia?

¿Dónde su bravura?

¿Dónde está su amor?

¿Dónde están los héroes

que vencieron al tirano?

¿Dónde está su esencia?

¿Dónde su canción?

Y la voz de la patria responde:

¡Aquí tenemos uno!

¡Allá tenemos otro!

¡Y en esta magna tierra

tenemos muchos más!

Son jóvenes de ahora

que surgen desde el alma,

de aquellos mis valientes

que me han traído acá.

A este nuevo siglo

de grandes esperanzas,

de retos, de grandezas

y hazañas por lograr.

Son jóvenes que luchan

con base en sus raíces

que Miran a futuro

un México de paz.

______________________________________________________

A Don Miguel Hidalgo y Costilla

 

Bendita sea la hora

en que viniste al mundo

con un pensar profundo

y persiguiendo un ideal.

Bendito sea el momento

en que te surgió la idea

de liberar esta tierra

de conseguir libertad.

Benditos sean tus sueños

que construyeron la historia

hasta alcanzar la victoria

sobre el tirano falaz.

Benditos sean tus ojos

que miraron el presente

de aquella esclava gente

y con ahínco luchar

Bendita sea tu lengua

que pronunció la sentencia

y que incitó a la conciencia

de multitud sin igual

Benditos sean tus brazos

que con sincero cariño

tal como si fueras niño

la patria fuiste a abrazar

Benditas sean tus manos

que el estandarte portaron

y con gran fe avanzaron

para la gloria iniciar

Benditos sean tus pasos

porque dejaste tus huellas

para alcanzar mil estrellas

y al fin poder tener paz.

_______________________________________________________

México Dos mil diez

(ACRÓSTICO)

 

Más que nunca te llevo en el alma

Én este corazón mío que late

Xochicuicatl mereces por siempre

Invocando tu nombre en las mentes

Como un niño que exige tu aliento

O una barca perdida en el mar

 

Doscientos años de libertad

Obra maestra de nuestros héroes

Súbito sueño del padre Hidalgo

 

Magnánima herencia para luchar

Ígneo suspiro del hombre nuevo

Libertad o muerte es el ideal

 

Dos mil diez, era cibernética

Independencia ¿Dónde estás?

Enajenación tecnológica global

Zoom de la conciencia a continuar.

___________________________________________________________

Las poesías pertenecen a la Profesora María Concepción Carera Salas. Éste sólo es el medio de difusión. Saludos. :)

06 septiembre, 2010

Todo por culpa de “El pelos de elote”

O por culpa de su bicicleta. O por culpa de Humberto porque aquel día no quiso estar conmigo en el recreo. O por mi propia culpa por tenerle tan poca paciencia y…

Humberto y yo duramos más o menos dos meses. Creo que nunca nos tomamos de la mano ni nos dimos algún beso, ni siquiera en la mejilla. Pero todo eso no era necesario. Nos la pasábamos muy bien juntos. Amábamos la bicicleta y podíamos pasar todo el día jugando con ella. Me iba a dejar a mi casa y, a veces, salíamos a dar paseos en ella. Siempre él manejando… siempre yo en los diablitos.

Hasta que un día… como dijo Peyote… sólo hubo dolor. Él no quiso jugar conmigo, tenía un partido “importante” y yo, en lugar de sentarme a ver cómo intentaba parar balones, me fui a jugar con mis compañeros. “El pelos de elote” llevaba su bicicleta.

—¿Me das una vuelta en la cancha de fútbol? —le pedí señalando el vehículo.

—Si quieres te la presto. —me contestó el rubio.

—No, es que quiero ir en los diablitos. —insistí.

“El pelos de elote” accedió y subí detrás de él. Comenzamos a dar vueltas en la cancha de fútbol y pasamos justo en frente de Humberto. Así hasta que terminó el receso.

Luego Humberto fue a alcanzarme.

—¿Qué hiciste? —me preguntó molesto.

—¿Qué hice de qué?

—¿Por qué estabas con “El pelos de elote”?

—Es mi amigo…

—¿Sabes qué? —me dijo Humberto con una voz que no le conocía. —Creo que hasta aquí llegamos… tú no te estás tomando esto en serio…

Yo tenía doce años, él estaba a punto de cumplirlos también. Había sido mi primer novio y yo había sido también la primera para él. Por tanto, era la primera vez que oía esas palabras… y la primera en que mis ojos comenzaron a derramar lágrimas sin explicación. Cuando me vi llorando corrí hacia los baños. Y ahí estaba mi amiga Alondra.

—¿Qué tienes? —me preguntó ella con cierta preocupación.

—Humberto me cortó…

Luego, antes de regresar a los salones, Humberto se acercó a mí. Venía a pedirme disculpas. A decirme que a él también le dolía pero que era lo mejor. Ambos habíamos prometido que seguiríamos andando en la secundaria y él me dijo que si yo quería podíamos regresar cuando fuéramos en primer grado y hubiéramos crecido un poco más…

Todo lo negué. Todo lo rechacé. Había una especie de necedad en mí que no me hizo ceder. Y entre tanto ruego y lágrimas mías… Humberto lloró también… Y cuando lo vi llorar no me conmoví en lo absoluto. Lo tomé de la mano y secando mis lágrimas le dije:

—Sí… tal vez debamos crecer un poco más…

 

 

Esta es la historia con Humberto. Nunca regresamos a pesar de que sí fuimos a la misma secundaria e incluso estuvimos en el mismo salón. Nos volvimos amigos. Y cada vez que nos vemos no podemos evitar sonreír. Fue bonito mientras duró. Él aún ama la bicicleta y, a veces, va a visitarme, sólo que yo ya no me subo a los diablitos.

No Xhabyra, no se dedicó a ofrecerse a los traileros para olvidar mi amor jaja. Lo vi hace como medio año y supe que estaba muy enamorado de su novia y que había comenzado a trabajar. Saludos a Humberto porque con él aprendí dos cosas: 1. No es bueno dar celos a alguien que quieres mucho y que también te quiere. 2. El que él haya terminado la relación me hizo sentir de lo peor… desde ese día yo soy la que termina las relaciones…

03 septiembre, 2010

Súbete a mi bicicleta

Yo le dije a Sandra que aún no era momento de tener novio, pero una semana después de que hablé con ella me hizo reunirme con Humberto en la cancha de fútbol. Él estaba sumamente nervioso y jugueteaba con su balón. Yo no sabía qué decir. El silencio era algo insoportable… entonces él habló:

—Pues ya sabes, ¿no?

—¿Saber qué? —respondí ingenuamente.

—Bueno ya, es que… —en ese momento dejó el balón de lado, me miró a los ojos y con voz firme me preguntó: —¿Quieres… ser… mi novia?

Ahí estaba la famosa pregunta. No era la primera vez que me la hacían, pero sí era la primera en que me paralizaba por completo, todos los efectos habidos y por haber se manifestaron en mí… manos sudadas, latidos a mil por hora, lengua trabada…

—¿Qué dices? —preguntó él luego de que vio que me había quedado completamente muda.

—No sé… te digo a la hora de la salida. —y me eché a correr a mi salón.

 

Cuando la chicharra anunció el fin de las clases, “El pelos de elote” (un amigo de mi salón que era rubio) me dijo:

—Gaby… ¿apoco andas con Humberto?

—¿Por qué? —solté sin querer.

—Bueno, es que… creo que te está esperando…

Volteé enseguida hacia la puerta. Ahí estaba Humberto con su bicicleta. Me acerqué.

—Vamos, súbete a mi bicicleta. —me dijo señalando los diablitos.

—¿Qué? ¿Para qué? —pregunté con nerviosismo.

—Te voy a ir a dejar a tu casa.

—¿En serio? —la idea me parecía genial, por fin no tendría que irme corriendo para llegar a ver la repetición del capítulo diecinueve de Sakura Card’s Captor. Así que me subí a su bicicleta.

En el camino, sujeta de sus hombros, me di cuenta que era uno de los días más felices de mi vida (hasta ese día). De pronto él me preguntó:

—¿Y cuántos novios has tenido?

—¿Yo? Ninguno.

—No te creo.

—En serio, no he tenido ninguno, ¿tú cuántas has tenido?

—Una…

—¿Sí? Y… ¿puedo saber cómo se llama?

—Se llama Gabriela.

—Igual que yo.

—Es que eres tú…

Justo en ese momento llegamos a mi casa.

—Ni siquiera te he dado mi respuesta, ¿cómo sabes que diré que sí? —pregunté a modo de desafío.

—¿Dirás que no? —preguntó con tono preocupado.

—No…

—¿Entonces?

Me quedé un momento callada. Lo miré. De verdad me gustaba. Creo que me puse roja y luego le dije:

—Sí… sí quiero ser tu novia…

Él sonrió ampliamente, bajó de la bicicleta e iba a comenzar a hablar cuando miré el reloj, ¡ya eran las 12:35 pm! Entonces solté de repente:

—Mañana hablamos ¿va? ¡es que ya empezó Sakura!

Y entré corriendo a mi casa.

 

xD

____________________________________________________________________

Para comprender mejor el post, recomiendo leer las partes anteriores:

1 Humberto odioso-grosero-guardián

2 Intervención sandresca

En el próximo post la cuarta y última parte de la historia con Humberto. Saludos :)