Yo le dije a Sandra que aún no era momento de tener novio, pero una semana después de que hablé con ella me hizo reunirme con Humberto en la cancha de fútbol. Él estaba sumamente nervioso y jugueteaba con su balón. Yo no sabía qué decir. El silencio era algo insoportable… entonces él habló:
—Pues ya sabes, ¿no?
—¿Saber qué? —respondí ingenuamente.
—Bueno ya, es que… —en ese momento dejó el balón de lado, me miró a los ojos y con voz firme me preguntó: —¿Quieres… ser… mi novia?
Ahí estaba la famosa pregunta. No era la primera vez que me la hacían, pero sí era la primera en que me paralizaba por completo, todos los efectos habidos y por haber se manifestaron en mí… manos sudadas, latidos a mil por hora, lengua trabada…
—¿Qué dices? —preguntó él luego de que vio que me había quedado completamente muda.
—No sé… te digo a la hora de la salida. —y me eché a correr a mi salón.
Cuando la chicharra anunció el fin de las clases, “El pelos de elote” (un amigo de mi salón que era rubio) me dijo:
—Gaby… ¿apoco andas con Humberto?
—¿Por qué? —solté sin querer.
—Bueno, es que… creo que te está esperando…
Volteé enseguida hacia la puerta. Ahí estaba Humberto con su bicicleta. Me acerqué.
—Vamos, súbete a mi bicicleta. —me dijo señalando los diablitos.
—¿Qué? ¿Para qué? —pregunté con nerviosismo.
—Te voy a ir a dejar a tu casa.
—¿En serio? —la idea me parecía genial, por fin no tendría que irme corriendo para llegar a ver la repetición del capítulo diecinueve de Sakura Card’s Captor. Así que me subí a su bicicleta.
En el camino, sujeta de sus hombros, me di cuenta que era uno de los días más felices de mi vida (hasta ese día). De pronto él me preguntó:
—¿Y cuántos novios has tenido?
—¿Yo? Ninguno.
—No te creo.
—En serio, no he tenido ninguno, ¿tú cuántas has tenido?
—Una…
—¿Sí? Y… ¿puedo saber cómo se llama?
—Se llama Gabriela.
—Igual que yo.
—Es que eres tú…
Justo en ese momento llegamos a mi casa.
—Ni siquiera te he dado mi respuesta, ¿cómo sabes que diré que sí? —pregunté a modo de desafío.
—¿Dirás que no? —preguntó con tono preocupado.
—No…
—¿Entonces?
Me quedé un momento callada. Lo miré. De verdad me gustaba. Creo que me puse roja y luego le dije:
—Sí… sí quiero ser tu novia…
Él sonrió ampliamente, bajó de la bicicleta e iba a comenzar a hablar cuando miré el reloj, ¡ya eran las 12:35 pm! Entonces solté de repente:
—Mañana hablamos ¿va? ¡es que ya empezó Sakura!
Y entré corriendo a mi casa.
xD
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Para comprender mejor el post, recomiendo leer las partes anteriores:
1 Humberto odioso-grosero-guardián
2 Intervención sandresca
En el próximo post la cuarta y última parte de la historia con Humberto. Saludos :)