22 enero, 2024

Me visité

No han sido días sencillos porque he cedido mucho a la procrastinación. Al principio no parecía algo preocupante eso de dejar las cosas para después, pero ahora estoy en un punto en que el después ya no existe. Se acabó el tiempo. Así que escribo esto con la mayor urgencia con la que pueden mis manos, es lo último que haré antes de embarcarme en la gran aventura que pospuse durante años: aquella que me llevará a un nuevo mundo con la única condición de no mirar atrás. Y de no detenerme. Todo segundo cuenta en esta travesía. Cada momento en que simplemente me quedo quieta y observo o respiro o pruebo algo rico de comer. Cada paso que doy tiene una dimensión temporal, yo lo sabía y me hice la desentendida. Da terror ver de esa forma la vida: una secuencia de hechos que se va a acabar. Así que dejar el tiempo pasar se volvió mi actividad más recurrente. Era como esos videos de time lapse, donde se mira un punto fijo mientras todo alrededor se mueve, se transforma. Yo fui esa roca que se mantiene imperturbable ante la magia del movimiento y el cambio. 
    Sin embargo, mientras estaba tirada en la cama sintiendo los minutos reptando por mi cuerpo, sin deseos de hacer algo para quitarlos de ahí, apareció alguien. Y va a sonar lo más cliché del mundo, pero era yo misma. Yo misma en el último instante antes del final de mi vida. Hubo una especie de milagro o magia que se me concedió: visitar una versión mía del pasado para despedirme. Decir unas últimas palabras. Estaba viendo videos y entonces aparecí al lado de mí, una mujer unos años mayor, me veía contenta. Claro que me asusté, esas cosas siempre son difíciles de afrontar. Pregunté qué sucedía, pero esa mujer se sentó a mi lado y me dijo con una voz que todavía me pone la piel chinita: Oye, estoy a punto de morir. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué?, quizás farfullé esas preguntas u otras, el caso es que no sabía qué decir. Me voy a morir y me dejaron venir a verte en el último minuto. ¿Por qué a mí? ¿Por qué no a la Gaby gloriosa de la adolescencia? ¿O a cualquier otra? ¿Por qué a esta que soy yo, tan atrapada en sus vicios mentales, tan desganada, apagada, anulada por sí misma?, creo que todas esas preguntas sólo las pensé. Escúchame, me dijo ella, estoy a unos segundos de descubrir qué sigue después y me emociona; pero antes de eso quise venir a verte. Quise verte porque te amo, porque te respeto y te admiro. La vida se pondrá interesante a partir de este momento y no creerás todo lo que va a suceder ahora. Quizás pienses que yo sé de qué se trata todo, pero no. Tu vida y la mía son distintas, por increíble que parezca. Sólo quería decirte eso: que todo se pone muy interesante y me honra estar hecha de la misma materia que tú. ¡Me voy! ¡Es mi último momento y a ti te lo dedico!

Ella desapareció y yo me quedé con los ojos nublados en medio de una habitación vacía. Afuera el sol declinaba y el viento susurraba entre las plantas del jardín. Me levanté sintiendo en la espalda el peso de aquellos minutos que no habían dejado de bailar y desplazarse sobre mí. Me sacudí. ¿Todo se va a poner interesante? ¿A qué se refería? ¿Realmente murió, morí? ¿Cómo fue? ¿Cómo será? Ah, me voy a morir. Ah, debo emprender el viaje hacia ese momento. ¿Qué hago primero? ¿Quizás escribir en mi blog antes de ir a tachar cualquier otra cosa de la lista de pendientes?

17 enero, 2024

Propósito fundamental


Tengo un propósito fundamental para este año y es el de ser mi fan número uno. Así que he decidido que todas las siguientes publicaciones estarán enfocadas en un ejercicio de reconocimiento propio y celebración de mi existencia. ¿Podré hacerlo al menos una vez a la semana? Lo descubriremos.