26 junio, 2014

Confusión futbolera

Juega México y el comedor popular está a reventar. Aldo ocupa una de las mesas más alejadas, la última que continúa vacía. Después de terminar la sopa llega otro chico a sentarse, veintisiete años a lo mucho. Los vítores del partido aumentan el ánimo, cuando ambos se dan cuenta ya están platicando sobre sus vidas, al tiempo que intercalan comentarios sobre el partido.

—Sí, yo estudio psicología, aaaaaah, pinche portero, pero qué le costaba enviarla lejos, sí wey, ¿y tú qué haces?

—Estudio filosofía, oh mira, casi gol.

Transcurren los noventa minutos, los platos están vacíos y ambos intercambian números telefónicos. Es momento de irse. El cabello de Aldo le cubre los ojos, se da cuenta de que el otro chico lo mira:

—Me lo voy a cortar hoy mismo —se apresura a decir.

—No, ¿por qué? Así se te ve bien —y acto seguido el chico extiende el brazo para ponerle el cabello detrás de la oreja. Aldo sólo sintió el escalofrío corriendo por su espalda y las ganas de salir huyendo. Se despide apresurado y regresa a su casa. Hasta muy entrada la noche sigue escuchando las celebraciones del partido. Está a punto de dormir cuando le llega un mensaje:

—Duerme lindo, guapo, pensaré en ti.

Aldo aprendió que el gusto por el futbol ya no significa nada para clasificar a las personas.

23 junio, 2014

Comienza la bitácora

Hoy he tomado la decisión más importante de toda mi existencia: dirigir mi vida. Sé que suena extraño, ¿cómo he vivido entonces si no la he dirigido yo? Bueno, basta ver los resultados mediocres que he alcanzado. ¿Qué pasa si les digo que tenía miedo de brillar? La idea de una luz enceguecedora irradiando de mí misma me asustaba. Cuando era niña casi diario soñaba que volaba y de ahí surgieron las múltiples historias que pueblan mi cabeza hasta ahora. Y luego dejé de volar al grado de tener miedo de elevarme más allá de las montañas. Me bastaba estar sobre el suelo, sentir la brisa que acaricia los campos, sin arriesgarme a tocar el viento frío que viaja sobre las nubes. ¡Y resulta que estoy más que capacitada para alcanzar una altura indecible!

Comienzo la bitácora, cada que obtenga un resultado lo compartiré con ustedes. ¡Únanse a esta aventura! La de hacer lo que siempre hemos querido hacer, pero que por equis razones no nos hemos atrevido. Si no es ahora, ¿cuándo? Esto no es un deseo más de alguien que se siente motivado. Es la predicción del futuro de alguien que está convencido.

¿No me creen? Regresen seguido a este blog si quieren comprobar mi victoria. ¡Vuela conmigo! Hoy haz algo por el placer de hacerlo. Hoy voy a hacer algo por el placer de hacerlo.

La serie de escritos que serán publicados a partir mañana son pequeñas historias de mis días, la maravilla de lo cotidiano, la literatura de mi vida, muy parecidos a mi antigua etiqueta de Así ha sido. Te invito a leerlos y dejar tus comentarios. Déjame saber si has leído esto.

Abril, más viva que nunca.

10 junio, 2014

Vivo en un sueño

Hay muchas razones de mi ausencia. Bastantes. Pero enumerarlas todas, la verdad qué hueva. Hay de todo, desde depresión, hasta ganas locas de huir de cualquier mundo, porque vivo en varios. ¿A dónde iré ahora? La verdad a ninguno, la verdad quién sabe. ¿Tiene coherencia esto? La verdad, qué importa. Muchas oportunidades se abren de pronto, bastantes. ¿Las tomaré? ¿Las dejaré? No sé. Por el momento sólo deseo respirar y saberme, de nuevo, en este mundo. Aquí. Saberme en mis letras, porque en todos estos caracteres me dibujo en mi esplendor. ¡Yo! La juventud y las ganas de fracasar, porque es sólo eso. Lo sé. Las ganas de triunfar son para los adultos y los niños. Pero en la plena juventud… ¡qué mejor que una buena caída! Una de esas que casi descalabre la cabeza, ¿no?

La verdad, quién sabe. Yo no sé. Por eso escribo esto, porque no sé. Quisiera que me pagaran por leer. Quisiera escribir medianamente bien. Aunque sea. Quisiera… bah, tantas cosas. Cada una mucho más absurda que la anterior. Se vale soñar. Y en mi sueño vivo, despertando todas las mañanas en una ilusión que se hace grande, grande, grande, hasta que ya no cabe en mi cabeza y forzosamente ha de volcarse en la realidad.

¿Cuánto de mi sueño vivo todos los días? Más de lo que pueden imaginar.

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