16 febrero, 2014

Balada de un hombre común

Fui a la cineteca a ver Inside Llewyn Davis, o como la nombraron en México: Balada de un hombre común. El título en español es interesante porque todo lo que le pasa a Llewyn parece que le que ocurre a todo el mundo. Al menos, en algunas partes cruciales, me sentí terriblemente identificada. El personaje principal cae en una espiral de sucesos desagradables que poco a poco matan lo poco que queda de él. Es un cantante de folk y vive de eso, la música es su escape y, a la vez, su principal demonio. Qué horror asfixiarte con lo único que amas.

La película tiene momentos memorables, pues entre tanta desgracia uno logra reír. Esto puede verse de dos formas: que a pesar de lo negro que pueda ser todo siempre puede verse la luz; o que ya no queda de otra y que todo es tan cruel que una risa en realidad no importa demasiado. Creo que el ambiente de la película le daba más razón a esa segunda opción.

Como sea, el sentimiento que me embargó durante el filme lo he tenido antes, tardé en darme cuenta que es el mismo que tengo cuando me deprimo por mi falta de organización, por mi desidia, por mi incapacidad para poder escribir algo, cuando descubro que he caído en la rutina más rutinaria de todas: vivir y respirar. Sólo vivir y respirar.

Llewyn era infeliz. Pero lo peor es que era lo suficientemente infeliz para pensar que no importara lo que hiciera, nunca dejaría de serlo. Misántropo. Cuando intentó un giro en su forma de vida, lo regresaron a patadas al lugar miserable en el que ya se encontraba. ¿No da terror eso? Si a algo le tengo verdadero miedo es a no cumplir mis objetivos, ¡cuánta gente me topo todos los días con el rostro lleno de la amargura del fracaso!

Fui a ver la película porque quería ver a Justin Timberlake, cuyo papel resulta ser lo contrario a nuestro protagonista, así que es divertido. La música sonora también es muy buena, el folk te sumerge en la melancolía, (pero debo confesar que al finalizar lo único que deseaba era poner algo estridente en mi cerebro). Creo que me gustó, para recordar todo lo que no tengo que hacer. Dicen que es más fácil saber dónde no quieres estar y entonces es más fácil ir evitando caminos y decisiones.

Porque, finalmente, ¿quién sabe qué quiere de la vida? Siempre resulta más claro saber lo que no se quiere. Y sé algo, no quiero parecerme a Llewyn Davis cuando tenga 35.

12 febrero, 2014

Hijos del sol

Una luz grande que traga a todos. Y nos expulsa llenos de colores. Rosa, azul, verde, amarillo, morado, naranjarosapúrpurarojonegroblanco… Caemos en campos dibujados que explotan con mil flores cuando nuestros cuerpos los tocan. El aroma a vida se esparce por todo el sitio. A vida huele todo y nuestros colores cobran fuerza.

No nos ven porque brillamos demasiado.

Deslumbramos.

Somos los hijos expulsados del sol. Del sol. Del sol.

Y cuando cae la noche nos acurrucamos debajo de los puentes y la gente que pasa siente el calor de nuestros cuerpos. Hacemos un día entero cuando la oscuridad rodea el entorno.

¡Un día entero! Una mañana llena de luz.

Somos eso, luz, luz, luz, sólo luz.

11 febrero, 2014

Mi amiga Lupita

Ella tiene el cabello chino, de esos envidiables. Es bonita en todos los aspectos: física, mental y espiritualmente. Tranquila, sencilla, humilde, constante, inteligente, responsable, buena amiga, buena hija, buena novia, buena alumna. Vaya, es difícil creer que alguien así pueda existir, ¿verdad? Pero ella existe. Se llama María Guadalupe pero todos le decimos Lupita. La conocí en el CCH y su forma de ser me gustó tanto que supe que siempre podría confiar en ella, que siempre seríamos amigas.

Por supuesto, así ha sido. Siempre una buena charla surge cuando estoy con ella, siempre la certeza de llegar a sueños concretos. Ella puede. Ella dice que yo puedo. Yo le digo que ella puede. Así que ambas podemos. Y escribo esto con todo el cariño que le tengo, después de estos casi ocho años de conocernos.

Lupita se tituló como Bióloga el pasado viernes. Con mención honorífica. No sólo eso, también cumplió 22 años. No sólo eso, también se fue a Baja California Norte, a seguir con sus proyectos. No sólo eso, me siento completa y felizmente orgullosa de ella. De conocerla. De ser su amiga. De ser su “prima”. De ver que pudo, que puede y que seguirá cumpliendo todo lo que se proponga.

Afortunadamente estoy rodeada de personas que sueñan alto y que por nada del mundo tiran la toalla. Mis amigos han logrado cosas hermosas. Lupita es el ejemplo más reciente. Y he de decir que eso me motiva mucho. Estos días fueron algo difíciles para mí, pero retomé las riendas porque Lupita, mi gran amiga, ha cumplido uno de sus sueños ¡y va por más! La vida es un instante y resulta emocionante aventurarse a lograr nuestras metas.

Yo sólo quiero decirle que siempre estaré para ella. Que tal vez no soy la mejor amiga del mundo, porque me paso de descuidada, pero que ella sabe que la quiero muchísimo. Que la apoyo incondicionalmente. Que la admiro y la respeto. Y que no voy a descansar hasta que seamos comadres xD

Felicidades, Lupita, por titularte. Por ser la primera de la generación en titularte. Feliz cumpleaños. Feliz estancia en Baja California Norte. Feliz vida, Lupita. Sobre todo eso, feliz vida.

Julio 2013. Fiesta de graduación de Lupita.

09 febrero, 2014

Convertirse en Kvothe

“No sabía con certeza de qué huía, a menos que fuera de la gente. Esa era otra lección que había aprendido, quizá demasiado bien: La gente hacía daño”.

Hace unas horas terminé de leer El nombre del viento de Patrick Rothfuss. La primera vez que leí que el libro existía fue en uno de los blogs que sigo, la autora lo ponía como uno que había que leer antes de morir, así que lo apunté a mi lista infinita. Meses después vi que lo reseñaban en BookTube y me llamó más la atención, pero cuando quise adquirirlo en la librería su precio me asustó un poco. Un día, afuera de metro San Antonio, lo encontré en uno de esos puestos de libros viejos. Lo compré, fue una ganga.

Debo confesar que me desesperé un poco cuando comencé a leerlo, pues antes Rothfuss nos introduce en el ambiente de la historia, en los personajes, marcando claramente las personalidades para que uno se habitúe a ellos, además de utilizar un montón de palabras desconocidas como: fata, chandrian, arcanista, etc… que sólo con el desarrollo irán cobrando sentido. Una vez que Kvothe, el personaje principal, se digna a comenzar su relato todo es más sencillo.

Se supone que este hombre huye de algo o alguien, que espera la muerte por alguna razón desconocida y que se oculta fingiendo ser tabernero. Tiene un ayudante llamado Bast que ayuda a que nadie lo descubra. Obviamente todos queremos saber por qué se esconde, así que llega Cronista, un personaje que ayudará al lector a develar el misterio. Este Cronista lo insta a que narre su historia y Kvothe, haciéndose de rogar al principio, termina accediendo. Básicamente El nombre del viento narra todo lo que Kvothe alcanzó a contarle a Cronista en un solo día.

Me gustó mucho el libro y aquí enumeraré las razones:

1. Es de esas historias profundas que adoro. Es decir, no es una historia sencilla, sino que abunda en todo lo que se pueda abundar: psicología del personaje, psicología de personajes secundarios, ideas inacabadas que terminarán atándose al final (¡deben terminar atándose al final!), religión, sistema monetario, clases sociales, leyendas que sostienen la creación de ese mundo, en fin, que es muy completo y por eso ya respeto a Rothfuss, se nota a leguas que dedicó mucho de su tiempo a idear esta historia y eso es algo que sólo puede valorar alguien que alguna vez se haya sentado a escribir una novela con las mismas ambiciones.

2. Los efectos narrativos. Esta historia está contada en tercera y primera persona. Casi todo el libro es narrado por Kvothe, lo cual es un peligro siempre, pues si el lector no se siente identificado con él, existe el riesgo de que abandone la historia. Afortunadamente no me ocurrió a mí, no puedo decir que AMO a Kvothe, pero sí que me siento identificada con él y es quizás por eso que no lo amo. Es un personaje interesante y lo que más me gusta de su narración es que nunca se olvida de su condición humana, lo que provoca que te sientas todavía más cercano a él. Si tuvo miedo, te dice que tuvo miedo. Si tuvo hambre, te dice que tuvo hambre. No hay falsedades en el héroe.

3. Nuevos conceptos sobre la magia. Al menos para mí. Desde Harry Potter no veía un manejo tan fluido sobre algún sistema educativo sobre magia. No quiero decir que El nombre del viento se parezca a Harry Potter y eso es algo que agradezco bastante. Este libro me provocó una reflexión profunda sobre la palabra “magia” y también me emocionó cuando le dedicó casi todo un capítulo a la “nominación”, tema que adoro demasiado. Me encanta cuando las historias que leo me proporcionan nuevas ideas y me abren mundos vastos en los que me encandilo horas y horas.

4. El carácter femenino. Hay muchas mujeres en esta historia, cada una con una personalidad lo suficientemente delineada para que puedas distinguirlas entre ellas. Si he de ser franca, todas me irritan un poco, porque son tremendamente reales. Si los hombres dicen que no entienden a las mujeres, en la novela de Rothfuss esa afirmación se ve más que reflejada. La principal es Denna y estoy segura de que esconde un siniestro secreto del que, sé, me enteraré a su debido tiempo.

No estoy segura de haber visto fallos en esta historia, si los vi tengo que decir que me gusta con todo y esos fallos. Puedo mencionar: A veces no parece que Kvothe esté contando la historia a Cronista; hay tanto misterio que desespera; ¡es el principio apenas!

Sé que todavía me falta recorrer un largo camino para saber qué ocurrirá con Kvothe y aún quedan muchas preguntas en el aire, por ejemplo, todavía no sé por qué rayos está escondido en la taberna. Pero pasará. Me gusta Kvothe, tiene el cabello rojo y debe ser un pariente lejano de los Weasley y como yo amo a Ron…

No, ya en serio. Me gusta Kvothe porque anida miedos parecidos a los míos. Miedo a le gente, a ser herido, a entregarse otra vez para ser apuñalado. Porque es brillante, pero desordenado. Es precipitado. Es… bueno, ya no les digo, mejor descúbranlo ustedes mismos si alguna vez tienen la oportunidad de leer esta historia. Por lo pronto yo, hoy, me siento un poco Kvothe. Algo me dice que no es buena idea terminar convirtiéndose por completo en él.

08 febrero, 2014

Dispara

Amas la vida, eso nadie lo duda. Pero hoy estás decidido a morir. Es la mejor decisión, lo has pensado. Así que ¿por qué dudar más? Toma el arma y dispara.

Dispara.

Que el miedo a la muerte estalle en la garganta y se esparza por el aire con el resto de tu cuerpo hecho pedazos. Amas la vida, lo sabes bien. Desear morir no significa necesariamente odiar la vida.

Simplemente ya no es posible estar aquí. No ahora. No con esta gente. No con estos pensamientos.

Que se confundan todos con los motivos que te llevaron a tomar esta decisión. Que sufran ellos. Que se vuelvan locos. Tú ya no estarás y es lo que importa, aunque la palabra “egoísmo” se pronuncie en todos los labios que asistan a tu funeral. Ya da igual.

Todo da igual.

Esta aventura ya está vivida, la de la muerte hay que comenzarla ahora mismo porque esa sí, quién sabe cuánto dure.

03 febrero, 2014

Nuestro cliché

Había una vez un “nosotros” que fue desgastándose hasta convertirse en la historia más aburrida jamás contada por nadie. Te pusiste todo loco, lo recuerdo bien. Tenemos que hacer algo, decías, me niego a que nuestro final sea un cliché.

Te di la razón, así que arrojé todas tus cosas por la ventana. Sonreíste. Saliste corriendo a la calle y le decías a todo el que pasaba mientras recogías tus cosas: Mi esposa es una completa lunática, la adoro. Luego gritase: Hey, cariño, aviéntame también el traje caro, no queremos que nada mío quede ahí adentro. Lo lancé. Vea, le decías al que pasaba, es una lindura.

Luego ya no te dejé entrar y esperaste paciente, mientras ordenabas tus calcetines y leías algunos pasajes de algunos de tus libros, sentado en la banqueta. La vecina de enfrente te ofreció café, que aceptaste de buena gana. A las ocho te pusiste un abrigo. Diste monedas a los niños que te preguntaron por qué estabas afuera. Mi esposa es una mujer muy ocurrente, creyó que necesitaba vivir un tiempo fuera, dijiste y ellos se rieron.

Yo te miraba desde la ventana y cuando descubriste mis ojos curiosos me mandaste un beso. ¡Eso es muy cliché!,te grité metiéndome furiosa.

A medianoche tocaste la puerta. Te pedí que hablaras antes de que yo la abriera. No quiero que sea el final, dijiste con voz muy seria. Yo tampoco, admití.

Y te abrí la puerta y me abrazaste, metimos todas las cosas riendo como locos y luego… bueno, supongo que tuvimos nuestro cliché.

01 febrero, 2014

Revelar secretos

La niña conoció el poder y la magia de la palabra, que no son lo mismo. Dios creó el mundo por medio de la palabra, eso es poder. El humano puede hacer todo lo que se proponga si tiene los pensamientos adecuados que después se convertirán en acciones, eso es magia. Esa niña tenía poder y tenía magia. La palabra era su herramienta y por eso, a edad tan temprana, destrozó su mundo sin darse cuenta. Poder y magia en manos inocentes pueden llegar al triple de su capacidad que sin una madurez puede salirse de control. Madurar, palabra dura porque duele llegar a eso.

La niña descubrió que un secreto era un poder magnífico y que, al revelarlo, podía conseguir más cosas que con una palabra, digamos, corriente.

Entonces ella reveló muchos secretos. Y, por supuesto, cosas magníficas sucedieron. Pero la gente de su pueblo se fue marchitando hasta que solamente quedó ella. El olor acre de las flores podridas inundó su entorno y ella estuvo a punto de volverse loca, descubrió entonces que las palabras reveladas no podían volver a esconderse.

Las palabras corrientes podían ir y venir. Las palabras secretas no.

Ella reveló su nombre, el último secreto que le quedaba y que ya no tenía chiste guardar. Y mientras lo decía se fue secando como las ramitas en invierno hasta que al sentarse a llorar se rompió en mil pedacitos.