29 abril, 2023

Cómplice

Necesito un cómplice. Alguien que me eche porras, me acompañe a todos mis eventos, me diga que puedo cuando yo no crea más en mí. Algo así como dar vueltas de ansiedad en mi habitación, romper en llanto y luego la voz dulce que dice: Tranquila, tú puedes. Necesito a alguien que diga a todos mis planes. Que si le digo: oye, quiero ir a este sitio y comer tal cosa; me responda: mañana es tarde, ¡vamos! Un cómplice. Alguien que escuche mis secretos. Que me dé palmaditas en la espalda. Que me haga piojito. Alguien que me recomiende películas interesantes y las vea conmigo. Que quiera ir a correr por las mañanas. Que juegue ajedrez. Oh, alguien que haga chistes malos y, si no me río, me haga cosquillas. Imagino todo eso mientras me veo en un espejo. Estoy sola, pero me tengo a mí. Y la enorme pregunta que se presenta es: ¿Puedo hacer todo eso por mí misma? Busco un cómplice, pero.. ¿no será que ya está aquí esperando que le mire a los ojos, con la disposición de comenzar a cumplir todos mis deseos?

21 abril, 2023

Anclada a una nube


Me llama mucho la atención cómo es que Nubecita me sigue a todas partes. ¿Por qué no te cansas de mí, perrita mía; de mi música, de mi estrés, de mis vueltas sin sentido? Nubecita sabe que si me siento, ella puede saltar y acurrucarse en mis piernas. Sabe que si me acuesto, ella puede hacerse bolita a mi lado. Sabe que si salgo al patio, ella puede traer su juguete. Entonces jugaremos un rato. Yo la corretearé, ella saltará de alegría. A veces la regaño porque es muy traviesa, pero ella me mira atenta, me lame un poco. Digo que Nubecita me ha entregado su lealtad sin que yo se la pidiera. Digo que he aprendido a cuidar de otro ser vivo que no soy yo.

A veces me quedo mirándola mientras duerme y levanta sus patitas. ¿De dónde vienes, Nubecita? ¿Mi papá te mandó a nuestra casa? Nunca en ningún momento pensé en entregarle mi corazón a una perrita blanca que cuando su pelaje es largo y esponjoso, es igualita a una nube. Y entonces flota, luce sensacional, brinda calidez. Me anclo a ti, Nubecita, contigo visito el cielo y me alejo del abismo de mí misma.

07 abril, 2023

¿Qué puede florecer en una mente en blanco?

 ¿Qué puede florecer en una mente en blanco? Primero, la silueta de quien soy. Una forma. Humana, quizás. Una forma que se expande y abarca todo lo que pueda ser “la mente”. Cambia de colores. Unos conocidos, otros no tanto. El rojo no puede faltar. Luego… Necesito la mirada. El ojo que se abre, la pupila brillante que chispea. Hay que observar de alguna manera, que todo tiene cierta figura y dimensión. Constatar. Si el ojo se cierra, cae la noche. Si el ojo se abre, los colores se alborotan convirtiéndose en ráfagas que llenan todo el espacio. ¿Qué más hay en este sitio? ¿Pensamientos? ¿Cómo son? Supongo que los hay de muchas formas y tamaños. Algunos tan pequeñitos como semillas de girasol, que si se cuidan pueden crecer enormes. Otros rígidos como rocas, casi imposibles de destruir. Pero basta una mirada, una apreciación y su estado sólido se torna suave, se deshace, se derrite, se esparce en el ambiente hasta desaparecer. ¿Desaparecen los pensamientos? Quizá no, quizá sólo adquieren otra forma, se unen a otros cuerpos, encuentran la manera de permanecer. Hay una ventana en todo este espacio. Cuando está abierta, entran nuevas cosas. Ideas, la mayoría de las veces. Algunas encuentran casa de inmediato; otras se sienten incómodas, se aíslan, encuentran la manera de sobrevivir, de no marchitarse, por algo entraron. Luego la ventana se cierra, el ojo se cierra, los colores se apagan. ¿Qué puede florecer en una mente en blanco? ¡Flores! Muchísimas y de todos los colores. Su fragancia hace de este lugar un sitio cálido y agradable. ¿Son flores como las del jardín de mi mamá? Unas sí. Otras se parecen a mis dibujos de cuando tenía cinco años, apenas y se entienden a sí mismas. ¿Están vivas esas flores? Vivísimas, cómo no podrían estarlo. ¿Qué puede florecer en una mente en blanco? Un escenario. Un ensayo de mi vida. O quizás nada de eso. El blanco se clarifica hasta convertirse en una lente, en transparencia pura. Miro al otro lado de mi mente, ahí está todo. Mi rostro, mi cuerpo, mi vida en este planeta. De repente veo las flores y todos aquellos colores; ya sabemos, el rojo no puede faltar. ¿Qué puede florecer en una mente en blanco? Yo misma. Mi vida misma. Lo que sea. Todo es posible en este sitio.

Es un lienzo

y es un espejo

y es un cristal.


Me alegra haberlo descubierto.