30 mayo, 2010

Así ha sido mayo

Embrujado

Lupita y Gaby platican animadamente. Entonces Gaby dice:

—¡Ya sé! Voy a hacer un cuento que se llame El chamán.

—¿Y eso? —pregunta Lupita desconcertada.

—Es que siento que Saúl me embrujó…

—Jajaja, graciosa.

—No, en serio, algo me hizo… no dejo de pensar en él...

*.*

¿Predestinado?

—¿Crees que el destino juega con nosotros? —pregunta C por el msn.

—La verdad no lo sé… ¿es posible que seamos como balones?

O.o

De performance

DSC02033Imagen tomada en el justo momento en que “La muerte” asusta a una niña con su caja de propinas. Paseo de la Reforma, mayo 2010. :D

De secretos revelados

Gaby espera a Daniela en el metro. Mientras su amiga llega ella se sienta a observar a la gente que viene y va. Dos chicas se detienen al lado de ella, platican:

—No inventes, mi mamá está a punto de descubrir que reprobé un año… ella piensa que este año salgo… pero… pues todavía no.

—¡¿Qué?! ¡¿Reprobaste un año?!

—¡Ah! Jejeje… ¿no lo sabías?

O.O

Accidental…

—¡Mordida! ¡Mordida! ¡Mordida! —corean Lupita, Tere, César y Gaby al festejado David.

David se prepara. Se inclina ante el pastel que la propia Lupita le hizo. Está a punto de dar la mordida. Las chicas conjuran para que sea César quien lo empuje… César se pone de pie… empuja a David y de pronto… ¡ZAZ! ¡David mordió el pastel! Pero… ¿por qué no está riendo? ¿Por qué hace una mueca de dolor?

—Creo que… creo que le rompimos el diente…

Y David, minutos después, demuestra que ha sido así.

u.u

26 mayo, 2010

El gigante

Conocí al gigante en agosto de hace casi cuatro años. No pensé realmente que fuera un gigante, para mí parecía sólo un sujeto más, un humano más, un chico más. ¿Su nombre? Lo pueden leer al final de esta entrada si les causa pesadez leer todo lo que tengo que contarles del gigante,

La primer impresión que recibes de este chico es : “Él es muy alto”. No es algo que piense sólo yo, y eso que sólo mido un metro con cuarenta y siete centímetros, es algo que piensa la mayoría de las personas que lo conoce. ¿Esa primera impresión cómo se puede dar? De muchas y variadas maneras, en mi caso por ejemplo, fue en la parada del camión. Allí me encuentro yo, ¿ya me vieron?, sí, soy la niña de coletas que baja de un pointer azul. Y justo allí está el gigante, destaca de entre todos, es un chico alto, de mirada risueña. Observen cómo me pongo a su lado. Si miramos esa imagen desde varios metros de distancia las expresiones casi siempre son “Un chico alto al lado de una niña de primaria, se ve tan chiquita y él tan grandote”.

La segunda impresión podría ser: “Su estatura no tiene nada que ver con su manera de ser”. De un chico alto esperas, por lo general, fiereza y seriedad, un cabeza hueca por aquello de la frase entre más alto más tonto. Pero él logra rebatir todas esas estigmatizaciones. Sus ocupaciones lo demuestran: allá ya se va para su clase de inglés, acá ya está estudiando para sus materias, por ahí está haciendo ejercicio, por este otro lado practica sus paradas de portero. Tiene mil cosas que hacer, nunca está quieto, ¿cómo no va a ser inteligente? Y… ¿serio? ¿El gigante es serio? Sólo cuando se trata de hacer cosas importantes, porque, por lo general, siempre lleva una sonrisa en el rostro y hace reír a los demás.

Le tercera impresión la recibes luego de un problema: “Él es un amigo de verdad”, piensas. Por supuesto que sí. Amigos de esos que merecen el nombre de hermanos. El gigante es más amigo de lo que alguien puede imaginar. ¿Ya me ven aguantándome las ganas de llorar en esa combi porque he oído palabras hirientes de quien no esperaba? Ahí está el gigante rodeándome con el brazo, no necesito más. ¿Ya me ven llorando sola en mi habitación porque la persona a quien yo quería me llamó de lo peor? Ahí está el gigante, mirándome con tristeza y dispuesto a darme un enorme abrazo. Con él las palabras no funcionan. Los abrazos sí. Y sus bromas.

La cuarta y última impresión es: “Me siento afortunada de tener a alguien como él en mi vida”. Ya no sólo es el compañero, el colega, el amigo, ahora es el hermano, el ser humano del cual aprendes, al cual respetas y admiras. Es la existencia misma de un ser lleno de sueños, de actitud positiva, de vida. Verdadera vida. ¿Cómo descubren eso? Después de vivir con él poco más de nueve meses. De verlo diario. De descubrir todos los días cómo sus ganas de salir adelante lo hacen sacar adelante su persona. Siempre está dando el paso siguiente. Otro. Y otro. Hasta que contagia su convicción a la vida.

¿Ya me vieron escribiendo esta entrada a las 03:26am? La hago de todo corazón para este gigante que hoy cumple 19 años. Para ese chico que hace hasta lo imposible por no decaer ante la cotidianidad de la vida. Al que ríe y hace ejercicio todos los días. Al que madruga y toma su vaso de leche. Al que ama con intensidad a su novia Lupita y permite que su noviazgo sean de esos que dan envidia, tan llenos de amor, respeto y madurez. Al que ama ser portero y siempre intenta darnos sonrisas a Tere y a mí todos los días desde que vivimos en el departamento.

A David. Davicho. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

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24 mayo, 2010

Explosión

Hay una explosión en las yemas de mis dedos que provoca que mis manos se desplacen rápidamente por cualquier sitio. Un desplazamiento sutil. Un recorrido tenue por aquellas texturas que provocan nervios a mi piel, a mi cabeza, a mis pensamientos. Ya nadie siente nada. Ya nadie disfruta de las paredes y los pastos. Ni de la piel misma que se acerca a nosotros. Evocaciones vanas.

Mis dedos creyeron enamorarse del teclado porque suelen estar con él todo el tiempo, se pusieron nerviosos ante la madera del lápiz, temblaron ante la hoja en blanco, sudaron con los tres escasos renglones que lograron escribir. Últimamente ha habido una explosión en todo mi ser. Una explosión que implica movimiento a ganas. Una explosión que logra hacer que yo quiera renacer. Eso escribieron.

Ay mis dedos, cuánto han sufrido creyendo que lo nuevo es lo definitivo. Ilusos. El teclado los rebate. No los quiere. Ni ellos deberían amarlo. La profesora de Técnicas de Investigación en Filología Clásica nos dijo que debemos escribir a mano. Siempre. Evitar la fluidez del teclado. Evitarlo. Veo mi Diario. Pobrecito. Me mira feo porque lo he abandonado. No, no es verdad. Sí escribo en él. Pero me mira feo porque ya no le cuento todo.

¿Cómo contar esas cosas que han pasado y que han provocado la explosión? ¿Cómo gritárselo al mundo? Si son de esas situaciones que se guardan por siempre en la memoria, sólo ahí. Para recordarlas más tarde. Para odiarlas más tarde. Para llorar más tarde. No se escriben. No deben escribirse porque su magia se iría y la explosión dejaría de provocar esta ansiedad a las manos.

La ansiedad de escribir. Escribir. Escribir. Escribir. Escribir. La palabra ESCRIBIR explota en mis dedos. E-S-C-R-I-B-I-R cada una de sus letras explota por sí misma. Se dispersan. R-E-I-S-B-C-I-R. Se combinan. Cambian. Una explosión lleva a otra y yo me encuentro desplazando mis dedos. Tocando las texturas. El teclado. El suelo. La pared. El escritorio. ¡Ya sé qué provocó la explosión! Fue la palabra. ESCRIBIR. Fueron los últimos sucesos a mi vida. ESCRIBIR. Fueron esas ganas de cambiar las que hicieron explotar mis pensamientos. Y de esa explosión la fuga rápida de las neuronas se mezcló con las células, no sé nada de biología, así que no puedo describir el recorrido de toda esa masa explotada que hubo por mi cuerpo.

Pero sé que llegaron a la yema de mis dedos. Me alegro que no haya salido todo de golpe por los ojos. Ya veo el mar de lágrimas emanado. Todos preguntarían ¿Qué pasa Gaby? ¿Por qué lloras tanto? Y yo sólo podría responder Exploté. Sí, qué bueno que no fue por los ojos. Fue por los dedos. Por las yemas. Mis dedos no lloran, sólo se exasperan. Y escriben. Escriben mucho. ¿Qué pasa Gaby? ¿Por qué escribes tanto?

Exploté.

Y la verdad es que… me gustó.

20 mayo, 2010

Uno sobre cien

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100-dias

Este blog cumple un año. Y 100 posts.

 

 

a todos los que leen las entradas

a los que comentan

a los que me siguen

 

¡GRACIAS!

Sin ustedes Ensayos de Abril hubiera sido… sólo un ensayo xD

 

 

En cuanto termine este semestre PROMETO pasarme a sus blogs y leer todas las entradas que no he comentado. Manden su vibra cósmica-electrónica para que salga bien en todas mis materias :D

Y lean Tiempo predestinado, una novela de amor que seguro les agrada, escrita por La ilusoria. Al igual que Violeta, escrita por Betzabé. :D

¡Suerte, amor y paz a todos!

:D

15 mayo, 2010

Los profes que cambiaron mi vida

La maestra Martha

—Gaby, tú serás la reina de primavera, ¿cómo ves? —dijo la maestra Martha, gordita, con su sonrisa de tía buena, a la niña de cinco años que estaba frente a ella.

—¡No! ¡Yo quiero ser de la escolta!—replicó la chiquita poniéndose rojita.

—Pero te verás más bonita siendo reina de la primavera, todas las niñas quieren ser reina de la primavera.—insistió la maestra tomando los cachetes de la niña.

—¡No! ¡Yo quiero ser de la escolta!

—Mira, decidamos esto por un chin cham pú, si tú ganas eres de la escolta, si yo gano serás reina de la primavera.

Y ahí tienen a la maestra Martha y a la chiquita de cinco años jugando piedra, papel y tijeras. Martha: Tijeras. Gaby: Papel. Y la pequeña tuvo que ponerse un vestido blanco, una corona y una capita roja, y aparte ensayar un vals, mientras veía con tristeza a las niñas de la escolta que estaban estrenando botitas negras. u.u

El profe Oscar

Gaby tiene 10 años. No sabe nada de la vida. Nada. Nada de nada. Lo único que sabe es que debe sacar buenas calificaciones, hacer sus tareas y jugar mucho con sus amigos. Entonces entra el profe Oscar en el aula.

—Soy Oscar, seré su profesor de quinto de primaria, lo que más me apasiona es la Historia antigua de México, mi fascinación son los aztecas, y… también debo decirles algo, tienen que contárselo a sus papás, y si, después de decirlo, ellos están de acuerdo en que sigan siendo mis alumnos, yo seré muy feliz. Díganles que soy ateo. Y que, por tanto, no creo en dios. Para mí, creer en él, es como creer… en esta piedra.

Dijo tomando una piedra del suelo. Fue ese el momento en que me pregunté acerca de dios. Y todo ese año con el profesor quise tratar de entenderlo. Mis mejores deseos para el profe Oscar, de quien aprendí tanto, hace un año que no lo veo u.u

Rocío

—Gabriela, ¿quién escribió ese TE AMO GABY en la pared?—preguntó Rocío con su voz fría y su mirada dura.

—No fui yo.—dice la chica de quince años.

—Ya sé que tú no lo escribiste, pero lo escribieron para ti, dime ¿quién fue?

—Jajajaja, ¿cómo se supone que debo saber eso?

—¡Traigan a Julio de 3° E! —bufó Rocío, estilo ¡córtenle la cabeza!

El chico es llevado ante ella. Tiembla. Rocío le hace mil preguntas. Él niega todas. Rocío lo deja ir.

—¡Ya sé quién fue! —dice Rocío con el rostro iluminado.

—¡C! Borra esa frase hoy, sino te la verás conmigo ¿entendido?

¿Cómo rayos? Me pregunto yo, ¿cómo rayos Rocío sabía casi todo de mí? u.u

Papá Gil

Los alumnos de 16 años están acomodando uno de los jardines del CCH. Gil los supervisa. Gaby remueve la tierra con una pala, se ha cansado, descansa en la banqueta. Comienzan todos a platicar animadamente. Gil se une a la conversación, habla del cuidado de las plantas y del amor de la naturaleza. Gaby no hace mucho caso, ve un bicho muy raro que camina por el suelo, el bicho se acerca a ella, le entra el miedo.

—Espere, espere profe.—dice al maestro, ella se levanta, todos la observan, se acerca sigilosa al bicho y lo mata de una pisada.

—¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! —grita Gil con la voz dolida.—¿QUÉ HAS HECHO? Imagínate que tú fueras un bicho, ¡¿te gustaría que te aplastaran?!

Gaby soñó ese día que era como la cucaracha de La metamorfosis de Franz Kafka, y desde esa vez no ha vuelto a matar animales inocentes u.u

Leonel, Ugalde y René

—¿Cuál es tu mayor sueño? —dicen los tres profesores en momentos y lugares distintos. Gaby tiene ya 18 años.

—Mi mayor sueño es poder ser una buena escritora.

Leonel (mi profe de Creación Literaria) dice: —¿Sólo buena? Yo cambiaría ese adjetivo por excelente. Hazlo. Mata el lenguaje y reinvéntalo. Luego mátate a ti y renace. Si puedes hacer esas dos cosas creo que no hay duda en que lo lograrás.

Ugalde (mi profa de Teoría de la Historia) dice: —Pues no se nota que lo quieras lograr de verdad ¿eh? Debes amar tu sueño. Debes seguir tu sueño. Debes hacer el amor con tu sueño todos los días de tu vida. Entonces… tal vez… lo logres.

René (mi profe de Estadística) dice: Y yo que esperaba que te inclinaras a las matemáticas. Está bien, Te voy a creer. Voy a creer que lograrás lo que quieres. Escribe mucho y lee más. Te regalo este libro (Decadencia y caída de Evelyn Waugh). Y por cierto, en mi materia tienes 8. No entregaste tareas.

¡FELIZ DÍA DEL PROFE!

10 mayo, 2010

María

Siempre ha sido una mujer fuerte. A la hora de su nacimiento la partera le dijo a la abuela:

—¿Éste es el último bebé que quieres tener?

—La última mujer, sí.

Y María vino al mundo. Creció en medio de las milpas, la pobreza, las gallinas y el sonido del clarinete que tocaba el abuelo. Por las tardes se tiraba en el suelo y asomaba su cabeza al camino de tepetate, le gustaba ver cómo los caballos hacías holladas en el suelo, cómo se levantaba el polvo, cómo se dispersaba el silencio…

Creció y se volvió una chica entusiasta. Por las mañanas se levantaba antes que el sol a barrer la calle que ni pavimentada estaba, luego regaba las plantas. Después se iba a la escuela de secretarias, regresaba y hacía pulcramente las tareas domésticas; cantaba mientras hacía la tarea, cosía y remendaba la ropa; leía un poco, y finalmente, antes de dormir, planchaba su ropa acompañada de las notas del clarinete que tocaba el abuelo…

Entonces lo supo, supo que no quería ser secretaria, supo que no quería dedicarse al hogar, entendió que su vida no era estar siempre sujeta a las mismas leyes y se rebeló. Un día, sin avisar, se dio de baja en la escuela de secretarias y se dio de alta en la escuela de música. Estudió solfeo, rítmica, canto. Nunca aprendió a cocinar. El día que los abuelos se enteraron de sus acciones no la bajaron de mala hija. La tristeza agobió su corazón, pero siguió firme en sus ideales.

Se volvió cantante en una estudiantina, luego se volvió solista en el grupo familiar. Los hombres siempre le decían:

—La música no es para mujeres.

Ella no necesitaba replicar, después de cada acto los aplausos callaban los reproches. Era feliz, realmente feliz, pero algo le faltaba…

—María, te vas a quedar a vestir santos.—se burlaban en su casa.

Todos sus hermanos ya se habían casado, menos ella. No estaba muy grande, pero pasaba de veinticinco y le faltaba poco para los treinta; María no se agobiaba, el abuelo siempre le decía:

—Tú no necesitas de ningún hombre; si no te quieres casar, no te cases.

Pero a María le gustaba el matemático. Y el matemático también la quería. Eran unos seres extraños en ese pueblo donde la mayoría, a su edad, ya tenían hijos. El matemático también era político y, como tal, creía en las soluciones. María decía que no existían las cosas imposibles. Y ambos se encontraron en la proyección de sus sueños y quisieron alcanzarlos juntos.

Entonces se casaron. María dejó de cantar. El matemático se metió de lleno en la política. Ella no se agobió de nuevo, estudió Letras y luego comenzó a dar clases. Por las noches tocaba la guitarra para sus hijos, mientras el matemático les leía cuentos de hadas. María tenía un matrimonio feliz, pero de nuevo le faltaba algo…

Se mudaron. El matemático le hizo una casa grande, con un jardín como ella lo pidió. Ella siguió dando clases. El matemático hacía un poco de política y un poco de números. Así pasaron los años y sus hijos crecieron. La casa comenzó a quedarse vacía. María pensaba en sus hijos, una estudiando Letras, otro amando la política, la chiquita manifestando sus habilidades para dibujar y cantar, igual que ella…

El corazón se le encogió… María se puso a llorar… porque no entendía cómo había educado a sus hijos pero los tres iban tras sus sueños, igual que ella y el matemático. Sí, María la cantante, la profesora de Letras, María la esposa del matemático, la que dice que no existen los imposibles, la que cree en la justicia y en los valores…

Esa María… es mi mamá.

07 mayo, 2010

Mi libro libre

No es nada fácil dejar un libro en la calle. Gabriela se tardó demasiado en decidirse a soltarlo. Tomaba fotografías al azar y luego volvía a tomarlo de nuevo. El libro elegido fue La princesa que creía en los cuentos de hadas de Marcia Grad. Gabriela lo terminó de leer cuando tenía 12 años. Seis años después se atrevió a dejarlo en un puesto de papas y churritos. U.U

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Ese libro fue el elegido para formar parte de LIBRO LIBRE. No comparto aún con ustedes la foto donde lo dejé porque resulta que la enviaré por mail a los Habitantes de Moria, a ver si se apiadan de mí y me dan uno de los tres libros que regalarán.

Gabriela salió del departamento junto con Tere y César, fueron a Gran Sur. La idea original para dejar el libro era en Las Islas de C. U., pero por asuntos ajenos a la voluntad de estos chicos terminaron dejándolo en un puesto de papas y churritos.

—¿Me da unos churritos? —pidió Tere mientras Gaby se dedicaba a acomodar el libro sin que el sujeto que atendía se diera cuenta.

—Son 10 pesos.—dijo el chico.

—Sí, está bien.—respondió Tere, entonces Gaby trató de tomar la fotografía, ¿por qué rayos pasaba tanta gente? Por fin logró enfocar la cámara del celular. Una vez hecho eso recibieron los churritos, pagaron y se fueron…

Menos de cinco minutos después… cuando ya habían abordado la micro de regreso a metro C. U.

—¡Tere! ¡Abandonamos un libro! .—exclamó Gaby con la mirada triste.

Tere y César se limitaron a sonreír…

Ahora sólo espero que alguien lo encuentre y lo cuide… Me pareció ideal dejar ese libro porque su lectura es sencilla, el título me encanta, y la historia, si no es la más genial de todas las historias, al menos mantiene ese secreto de que mediante un cuento puedes aprender a superar tu propio yo.

¿Ustedes se atreverían a dejar un libro a la deriva? ¿Qué libro han leído por las meras casualidades del destino y les ha cambiado la vida?

05 mayo, 2010

El precio de inventar a las personas

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La habitación se inunda con When the sun goes down de los Arctic Monkeys. La chica brinca y baila, quiere despejar la mente, tararea… I start to wonder what his story might be, what his story might be… Maldita vida, piensa. Se quita los zapatos y comienza a brincar en la cama, ¡no existo!, se grita… la canción va bajando de volumen hasta que pronto desaparece. Ella se queda acostada.

Si él existiera no tendría por qué pensarlo cuando empieza esta canción, se dice mientras sube el volumen a la melodía que inicia, Daphne de Porter. Pone una almohada sobre su cabeza, tiene ganas de llorar pero las lágrimas no salen. Sale el sol y aunque ahogado veo el resplandor… ya me fui… vacío en el fondo… Si él existiera yo no gastaría tantas palabras en su persona, trata de consolarse con esa afirmación.

Pero todo es vano, afuera el calor provoca sueño a los transeúntes, decide apagar la radio… pero cuando se ve rodeada de silencio descubre su pequeñez. Comienza a cantar la primera melodía que se le viene a la cabeza, necesito verte donde quiera que estés, te quiero, te quiero, te quiero y no hago otra cosa que pensar en ti… ¿Desde cuándo me volví tan cursi?, se pregunta. Entonces suelta una sonora carcajada.

Las notas de esa risa retumban en las esquinas de la habitación, una araña se moviliza, la chica lo percibe. Ay araña, tú has de pensar que estoy loca, pero no, dice mirando al insecto que huye por debajo de la puerta. Bien, estoy sola… ¿acaso a mí también me inventaron?, se pregunta mirándose en el espejo. Hace gestos raros para comprobar su existencia. Aguanta la respiración unos segundos. Bien, sí estoy loca, se dice con una sonrisa.

Este es el triste precio de inventar a las personas: ya no sabes si existen, ya no sabes si tú eres también un invento, una mezcla confusa de sueños y realidades… ¡Aguanta!, murmura la chica. Toma pluma, una hoja de papel y escribe “Por si soy un invento me gustaría dejar estas palabras en la realidad…”

Les aseguro que no fue mi intención inventar. Se hacen cuentos. Se sueñan cosas inesperadas. Pero jamás se espera inventar a las personas. Todos lo hacemos. Creo. Inventé a mis padres… a mis hermanos… a gente especial… ¿y a mí? ¿Qué tanto hay de real en esto que escribo? Y lo más genial, hay gente que surge de esa imaginación y se plasma en la realidad… ¿Casualidades… destino? No lo sé…

La chica arrancó la hoja de papel y la hizo bolita. Bien, hoy no, luego, cuando ande más inspirada, piensa para sí y vuelve a encender la radio. Lo último que se oye en la habitación es un fragmento de Cálida estrella de Plastiko, … y es que se nos van tantas cosas que hablamos en secreto, y es que viví con los ojos bien abiertos y te vi pensando lento…

Todo lo demás… fue un invento.