31 diciembre, 2011

La tierra daba vueltas

Lo que más amé de todo es que no me sentí sola. Lo que más me conmovió es que pude ser yo. Pude defenderme. Demostrar mi existencia humana. Tengo amigos y eso me hace feliz.

Abril G. Karera, 17 de abril de 2011

 

Sentía que estaba en medio de un torbellino, literal. La tierra daba vueltas y yo hacía lo posible por asirme a lo seguro. No quería caer. No con todas las cosas que aún tenía que decirles. Veía sonrisas en sus rostros y me las contagiaban, pero lo que quería decirles era serio, muy serio. El mundo seguía girando y yo estaba en el centro. Me sentí una heroína, pero no lo dije por si me lo tomaban a mal. Por si exclamaban: “Bueno, por fin la hemos perdido”. No, nunca me perdieron. Ni ese día en que me costaba tanto trabajo mantenerme erguida.

—Ya deja de tomar, Gaby. —dijo alguien que seguro me conocía y creía que era normal prohibirme las cosas.

—No. Es más, sírvanme otra. —respondí para demostrar que aún podía tomar decisiones. Se oyeron carcajadas y mi hermano me sirvió agua, ni siquiera lo noté.

—Prosigamos… —intervine en medio de las risas cuando tuve de nuevo el vaso entre mis manos. —No entiendo por qué no escriben correctamente las palabras, la ortografía es muy importante, denle el lugar que se merece. Respeten el lenguaje. En serio, respeten el lenguaje. Tantos y tantos años en que el hombre ha pasado por este mundo, el lenguaje ha ido evolucionando y seríamos aún más de lo que somos si supiéramos escribirlo correctamente. No nos daría miedo expresarnos. No nos daría miedo enfrentarnos con desconocidos. El lenguaje nos hace. Hagámoslo también.

—¿Te enojan mucho las faltas de ortografía? —preguntó alguien cuyo rostro permanece borroso en mi cabeza.

—Me enojan lo suficiente. Hoy en la mañana fui a la carnicería y tenían escrito cecina con s; sesina. Dime, ¿así cómo esperan que uno les compre? Todas esas personas de los negocios, si tienen faltas de ortografía en los nombres de sus productos, es porque ni siquiera les preocupa lo que venden, porque no tienen visión. Una persona con visión hasta por la ortografía se preocupa. Es una buena forma para conocer a las personas. Pueden estar de acuerdo o no, pero para mí es vital.

—Ya Gaby, vamos a dormir. —surgió otra voz que pensaba que podía darme órdenes.

—No,escúchenme. Me siento feliz de que todos ustedes estén aquí conmigo. Quiero decirles más cosas, pero miren: mi cuerpo pesa horrible. La lengua la tengo adormecida. Si dejo de ordenar a mi cuerpo que se mantenga sentado esto es lo que sucedería. —dejé que todo el peso me llevara y, aunque estaba sentada, mi sentí por primera vez la enorme gravedad que atrae todo hacia la tierra.

—Espérate, Gaby. Ya,vamos a dormir. —de nuevo aquella voz cuyo dueño aún no identifico.

Levanté la cabeza y comencé a observar fijamente a quienes estaban a mi alrededor. Todos sentados, con sonrisas en sus rostros. Pasábamos un buen momento.

—Espera, antes quiero asegurarme de que reconozco a todos.

Se oyó otra tandada de risas y yo comencé a nombrarlos. La tierra daba vueltas y yo los nombré para que se quedaran fijos. Recordaba el nombre de todos porque, después de todo, eran mis amigos. Amigos en el sentido de que varios momentos de mi vida los he pasado con ellos. Buenos y malos. Hasta los primos que estaban presentes los consideraba mis amigos. Siempre ha sido así. Sus nombres salían de mi boca y aunque para ellos era un simple reconocimiento, para mí fue una manifestación de que todavía estábamos en el mundo. De que aún vivíamos y podíamos darnos el lujo de reír a diestra y siniestra. Me dieron ganas de llorar.

—Bueno, vamos a dormir. —decidí al fin, porque no quería que me vieran inundada en lágrimas. La tierra daba vueltas y yo me puse de pie. Me apoyaron para llegar hasta la puerta de la casa. El jardín lucía tranquilo a la luz de las estrellas. Todos ellos se pusieron de pie conmigo. Todavía di algunas órdenes. Todavía conversé con Cecilia largo rato, llorando. Y luego dormí. Soñé que la tierra seguía dando vueltas, que, de hecho, esa es la realidad. Pero que gracias a la familia y a los amigos uno puede sentir que se encuentra en un punto fijo. Viviendo.

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FELIZ AÑO NUEVO 2012 A TODOS LOS LECTORES DE ESTE BLOG.

PAZ, SALUD, FELICIDAD Y AMOR PARA TODOS USTEDES.

29 diciembre, 2011

Alimento

Siento que estoy flotando en un universo triste y desconocido.

Abril G. Karera, 9 de marzo de 2011

 

Todo me golpea. El aire, las palabras, el tiempo, mis materias, las personas, ya no hay nada con sentido en este lugar. Ni yo misma. Te lo dije, te lo he dicho muchas veces: que te quiero y que te extraño, pero tú sólo te limitas a asentir con la cabeza. Demonios, conviértete en el personaje de un libro para que, al menos por las descripciones, intuya tus pensamientos. Y ahora, con todo este embrollo, no me puedo dormir. Sigo viendo tu nombre en la computadora. Te hablo, conversamos un poco de casi nada. Me siento peor. Intentas animarme y accedo a darte gusto, pero no es suficiente. Nunca nada es suficiente.

Soy una bola azul. Una bola de arroz que se come. Y me como a mí misma porque tengo hambre. Una bola de arroz azul. Y sepo rica.

—Sabes rico. —escribes en la pantalla.

Cómeme y disfrútame porque alimento como yo no hay dos. Y una vez que me termine ya no podrás encontrar más. Y tendrás mucho antojo de mí, pero me habré acabado.

—Cariño, deliras. —escribes.

Deliro mucho, es verdad. Pero así es el mejor alimento. Delirante.

—Duérmete. —insistes.

Pero no puedo, te digo que no puedo. No puedo. No puedo. No puedo. Cómeme y dormiré plácidamente. Cómeme ahora porque he de morir algún día. O dime, dime ¿cómo puedo dormir? ¿Cómo puedo dormir si el tiempo pasa tan rápido?

—No duermas entonces, sólo cierra los ojos hasta que amanezca. —escribes finalmente ante tanta vuelta mía.

Y te hago caso. Te hago caso, siempre. Cierro los ojos y acallo todo lo que me explota. Cómeme en el silencio. No me doy cuenta cuando me ha tomado el sueño. No me doy cuenta cuando te has ido.

20 diciembre, 2011

Sepelio

La muerte de los ancianos es, hasta cierto punto, agradable.

Abril G. Karera, 7 de febrero de 2011

 

Hacía demasiado calor en esa habitación. No era para menos, más de veinte personas sentadas, otras tantas paradas, muchas veladoras, velas y el féretro rodeado de los respectivos arreglos florales de condolencias. Era obvio que iba a hacer mucho calor y mucho más si afuera había un sol inmenso que se burlaba del dolor. Rodrigo y yo estábamos tomados de la mano, sin decir nada, sólo presenciando el suceso. Antonio, nuestro amigo, ayudaba a su familia a poner un manteado en el patio para aminorar el golpe de los rayos. Mis manos comenzaron a sudar. Quise soltar a Rodrigo, pero él me sujetó más fuerte. En el féretro estaba la abuela de Antonio, una señora que nunca conocí. Nadie decía nada, era una situación realmente silenciosa. Había sollozos que terminaban rápido. Lágrimas que rodaban por mejillas sin mayor alboroto.

—¿Qué tienes? —me preguntó Rodrigo haciendo que su voz rasgara el ambiente.

—Nada, sólo que veo que cuando se mueren los ancianos no hay tanta… ¿cómo llamarla? ¿Tristeza, dolor?

Él sonrió y me rodeó con su brazo.

—Queremos morir jóvenes —agregué —porque ser anciano es triste si las personas alrededor se desentienden de uno; quiero decir, qué tristeza ser viejo si eres una carga para todos, ¿no crees?

—Por eso moriremos jóvenes. —afirmó Rodrigo.

—Pero al mismo tiempo me gustaría morir anciana; ser una abuelita toda graciosa y ser velada en una situación parecida a ésta, con flores y nietos corriendo por el patio.

—No te entiendo. —respondió Rodrigo.

Vi cómo Antonio terminaba de poner el manteado, sudaba copiosamente. Más personas llegaron a dar el pésame.

—Vámonos. —pedí.

Rodrigo se puso de pie. Abrazamos nuevamente a Antonio, él nos sonrió y nos dio las gracias. Salimos a la calle, debajo de un sol fuerte.

—Mientras esperamos morir jóvenes o ancianos, ¿quieres jugar a pisar nuestras sombras? —soltó Rodrigo saltando hacia la mía.

Lo miré sorprendida y sentí quererlo más que nunca. Entonces nos fuimos felices a casa pisando todas las sombras del camino.

18 diciembre, 2011

Casa sola

Esa mañana no había nadie en casa de Sergio, salvo él. Su familia había salido desde temprano a un lugar desconocido donde seguramente se estarían divirtiendo bastante sin preocuparse del pobre Sergio que se había quedado dormido. Pero no le preocupó. Cuando estuvo seguro de que volverían hasta tarde tomó el teléfono y le marcó a Liliana, su novia.

—¿Quieres venir a mi casa?

—¿A qué?

—Pues… a conocerla.

—¿Para qué?

—No hay nadie.

—Ah… .—Esas últimas tres palabras le hicieron comprender la situación. —Llego en una hora. —Y colgaron.

A Sergio le inundó la emoción. Tenía seis meses con Liliana y eso de explorar sus cuerpos se les daba muy bien. Rápidamente escombró la sala, medio arregló la cocina, barrió el patio y hasta perfumó su habitación. Y en punto de las diez de la mañana sonó el timbre. Era Liliana. Estaba recién bañada y se había pintado los labios.

—Pasa. —Pidió torpemente Sergio algo embobado por la presencia de su novia.

Ella sonrió tímidamente. Entraron a la sala y se sentaron.

—Pues… esta es mi casa.

—Es muy agradable…

Sus corazones latían considerablemente rápido. Tanto les emocionaba estar juntos. Sergio tomó la mano de Liliana y ella sintió una fuerte descarga que le erizó los vellos de todo el cuerpo. Se levantó nerviosa y se acercó a las fotos familiares que reposaban en la mesita de centro.

—¡Qué bonito estabas!

—¿Estaba?

—Pues sí, ahora estás guapo…

Sergio se había acercado nuevamente a ella, la había tomado de la cintura y había comenzado a besarle la oreja. Ella se dejó llevar por un momento. Pero luego la invadió el miedo.

—Espera, ¿que tal si vuelve tu familia? ¿Qué dirán si me ven aquí?

—Pues te presento y ya. —Y Sergio volvió a lo suyo, besar el cuello de Liliana.

—No, espera, no estoy muy segura.

—Entonces vamos a mi cuarto y cerramos la puerta.

Acto seguido Sergio levantó a Liliana como si fuera una novia vestida de blanco y la llevó a la cama de la habitación. Sonrieron. Y comenzaron a besarse y tocarse todo lo posible. Sergio comenzó a quitarle la blusa y el sostén mientras posaba sus labios en los delicados senos. Liliana le acariciaba la cabeza e iba a comenzar a quitarle la playera cuando…

sonó el timbre.

Se quedaron estupefactos unos segundos oyendo en el silencio de la habitación sus propios latidos furiosos y confundidos. “No voy a abrir”, susurró Sergio besando cálidamente la boca de Liliana. “¿Y si son tus papás?”, murmuró la chica. “No, no son”. Nuevamente sonó el timbre. “No son ellos porque tienen llaves y no necesitan tocar”. Otra vez sonó el timbre. “¡Demonios!”, maldijo Sergio levantándose y medio acomodándose el cabello, “espera, no tardo”. Salió de la habitación. Liliana miró el techo e imaginó por un momento que eran los padres de su novio, ¿qué pasaría? Se vistió rápidamente y se sentó en la orilla de la cama mientras Sergio regresaba. El chico no tardó en volver.

—¡Maldición! —bufó al entrar.

—¿Qué pasa? ¿Quién es? —Liliana temblaba de los pies a la cabeza.

—Es el del cable, tiene como una semana que contratamos el cable para la televisión y se les ocurrió venir hoy a ponerlo.

—No inventes. —dijo Liliana entre aliviada y divertida.

—Perdóname, no contaba con esto. —se disculpó Sergio abrazando a su novia y dándole un beso en la frente.

—No te preocupes. —respondió ella cariñosamente acariciándole la espalda.

Sergio sintió las manos de su novia y la besó apasionadamente. Nuevamente, llevados por el deseo, se tiraron en la cama. Había un señor en la sala acomodando una antena para la televisión, pero ellos estaban en una habitación con la puerta cerrada y les parecía que no hacían ruido. Iban a comenzar de nuevo el despojo de las ropas cuando…

—¡Sergio! —lo llamó alguien desde la sala. Una voz de mujer.

—¡No mames! ¡Mi mamá! —Sergio se puso de pie rápidamente.

—¿Qué? Pero si dijiste que no iban a volver hasta tarde.

—Lo sé, lo sé, déjame ir a ver, no te muevas de aquí.

Liliana, aunque hubiera querido, no podía moverse. Estaba pálida y sentía que cualquier movimiento suyo se oiría hasta la calle. Eso hasta que oyó unos tacones que se dirigían a la habitación. “¡No!, debo esconderme”, pensó en su estado de miedo total. Con todo el cuerpo hormiguéandole de los nervios, se metió debajo de la cama. La puerta estaba a punto de abrirse cuando Sergio intervino:

—Ahí no están má, creo que se quedaron en tu cuarto.

Los tacones se desviaron y Liliana pudo respirar un poco.

—Ya íbamos más de la mitad del camino cuando tu padre se dio cuenta de que no los llevábamos, nada más fuimos a perder tiempo. —decía la madre.

—¿Entonces ahorita se van otra vez? —preguntó Sergio con un muy marcado tono esperanzador, Liliana sonrió.

—Sí, ayúdame a buscarlos, ¿no se habrán caído debajo de la cama?

Liliana se paralizó de nuevo. ¿Y si iban a buscar debajo de la cama de Sergio? Salió lo más rápido posible de su escondite, dio unas cuantas vueltas en la habitación muriéndose de nervios y de miedo. Los tacones se dirigieron de nuevo hacia ella. Vio el armario, le pareció el escondite perfecto. Entró temblando, ni siquiera podía mover bien los brazos. Esperaba encontrar ropa de hombre, pero vio que esa parte del armario estaba llena de abrigos de dama. “Son de ella”, pensó y quiso moverse, pero entonces la puerta se abrió.

—¿No que no estaban aquí, Sergio? —la madre tomó unos sobres del buró y volvió a salir. Liliana estaba que no se la creía. —Tráeme el abrigo beige, está haciendo mucho frío.

Sergio entró a su cuarto y cerró la puerta detrás de sí. “Liliana, ¿dónde estás?”, susurró. “Aquí”, respondió ella desde donde estaba el abrigo beige. “No manches, ¿por qué te metiste ahí? Pásame el abrigo, ya vengo”. Sergio salió con el abrigo y minutos después volvió. La madre ya se había ido.

—Ya sal de armario. —pidió con una sonrisa.

Liliana todavía temblaba. Se sentó en la cama, aún pálida. Sergio la miró risueñamente.

—Tuvimos suerte. —dijo para romper el silencio.

—Idiota. —Liliana comenzó a golpearlo.

Luego les ganó la risa. Una risa muy sonora e imparable. Se abrazaron.

—Debo irme. —dijo la chica al fin.

—Vamos.

Se tomaron de la mano y salieron de la casa. El señor del cable los miró, ceñudo. Pero ellos no se dieron cuenta, seguían riendo a lapsos y sus corazones aún no se tranquilizaban del todo.

10 diciembre, 2011

Comentario número mil

Nunca crees que vas a caer más de lo que ya has caído, pero sí es posible.

Y eso me sucedió.

Iba caminando por mi vida cual niña alegre en un campo de flores. Y luego todo se fue marchitando. Y cuando creí haberlo visto todo, resultó que no, que todavía faltaban más cosas. Así que fui observando pacientemente cómo se destruían mis estructuras mentales. No paraban los sucesos, no paraban las desilusiones, ¡no paraba nada! Me fui yendo hacia abajo, cada vez más y más y más y más. Hasta llegar a donde estoy.

Y luego abrí mi blog y descubrí que tenía 1001 comentarios.
Recordé que cuando decidí tenerlo, hace como dos años y medio, me dije que si llegaba al comentario número mil iba a mandar mi novela a una editorial. ¡Ha llegado ese comentario! Abrí la caja donde esa novela yace y la releí. Me sigue gustando tanto. Pero ahora tendré que reescribirla (porque esa caja, obvio, es mi cabeza). En octubre pasado, el veintisiete exactamente, perdí mi computadora. La olvidé en un salón y lo recordé cuatro horas después. Obvio ya no estaba y obvio ya no me la devolvieron. Esa es una de las razones de mi ausencia. La novela reescrita la mandaré a alguna editorial. No espero milagros, pero confío en la historia que narro.
Realmente siento que iniciaré desde cero muchas cosas. Y me alegro.

En fin, esta entrada es para darles la bienvenida a mi blog. Yo me llamo Gabriela, pero cuando tenía diez años me rebauticé como Abril. Ahora tengo veinte. Estudio Letras Clásicas en la UNAM. Me gusta escribir, aunque de algunos años para acá escribo realmente poco. Disfruto leer, cantar, bailar, escuchar música, comer, caminar, andar en bicicleta, ir al cine, estar con mi familia. Tengo muchos proyectos cuya fecha de cumplimiento se acerca y eso me emociona. Soy Abril y re-inauguro este blog. Bienvenidos sean todos. Visitaré sus páginas en la medida de lo posible (como son vacaciones seguro me paseo diario). 

Y tengo un bonito regalo para el número mil que, me complace decir, es Yeni :)
Pronto iré a Cuernavaca y te lo daré :)

¡Saludos a todos! ¡Y bienvenidos una vez más!

09 diciembre, 2011

Nudos

Un nudo de palabras está atorado en mi garganta. Ni me deja comer, ni me deja gritar, ni me deja siquiera que lo intente quitar. Y un nudo de ausencias oscila en mi cabeza y me hace llorar y me hace explotar y me hace olvidarme de que no hay soledad. Falta mencionar los nudos de recuerdos y los nudos de esperanzas. Y los de amores y odios. Y los de paz y guerra. Y hasta los nudos de las agujetas de mis zapatos. Es más, si ahora entraran a mi habitación sería difícil reconocer las formas: hay nudos de libros y nudos de ropa, nudos de fotos que no me atrevo a romper. Y las paredes son nudos y todo se vuelve una bola rara, muy rara, donde todo está revuelto y atorado y difícil de deshacer. Y sólo se ven mis ojos, brillando entre tanto nudo, mis pupilas agradecen no estar ennudadas porque así miran mejor el caos. Aunque, ahora, cuando todo es nudo siento que mis manos se doblan, mis pies, mi cabello, ¡el aire! Más cerca está todo, más doloroso. Más tiempo hecho bola me come. Y me enoja sentir que para tanto embrollo, para tanta cosa tan rara, presienta que lo único con poder de volver todo a su sitio eres tú. Aunque también podría funcionar la paciencia de desenredar amorosamente y con cuidado todos mis nuditos.

18 noviembre, 2011

Verbos en presente

La representación gráfica del tiempo presente de los verbos es una línea recta. Algo así:

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Las acciones verbales que definen TODO lo que hacemos no tienen un principio, ni un final. Es decir, cuando digo: YO VIVO no estoy indicando el inicio ni el final de la acción. Nos dotamos de una especie de eternidad. Lloro, corro, grito, vuelo, pienso, sueño, amo... Verbos usados en presente. Nunca me había puesto a pensar en eso, pero es verdad. Los tiempos verbales son una cosa realmente maravillosa. La misma constitución de los verbos. ¿Por qué amar es amar? ¿Y por qué sufrir es sufrir? Somos el lenguaje. El pretérito y el perfecto, el imperfecto y el pluscuamperfecto. Y los futuros, los graciosos futuros. Todo tan sólo para ubicarnos en un tiempo y espacio. Para demostrar que estamos activos en una vida. O que lo estuvimos. O que lo estaremos.


Amemos, pero no sigamos ciegamente el sentimiento. Sólo digo.

25 octubre, 2011

Sobre el arte de curar corazones

 

Busca un corazón roto

y asegúrate de que en verdad quieres estar con él,

puede funcionar con corazones que uno mismo ha herido.

 

Entonces

quédate con él a pesar de todo y todos, abrázalo, bésalo, quiérelo; ámalo sin miedo, sin condiciones, sin preocupaciones; búscalo, háblale, confía en él, lucha por él, piensa en que lo mereces, demuéstrale que estás dispuesto a  todo, sé sincero, sé honesto, sé capaz, piénsalo, recuérdalo, extráñalo; dile que lo quieres, no te detengas hasta que encuentres un verdadero alto, un rechazo inamovible. Míralo, disfrútalo, vive cosas nuevas a su lado; aprende de él, aprende con él, aprende por él. Reinvéntate, descubre cosas buenas y mejores, siéntete entero, siéntete feliz. Y en los sucesos difíciles no lo abandones, sé un apoyo, confía en que él puede ser tu apoyo, no lo sueltes de la mano. Los corazones rotos desconfían, muéstrale que eres confiable. No cures un corazón roto si tienes intenciones de romperlo después. Aférrate a él si en verdad lo quieres. Antes de buscarlo pregúntate si en realidad estarías mejor con él. Los corazones rotos son volubles, son necios, son escépticos, tenle paciencia, después de todo es tu decisión buscarlo y estar con él. Vuélvete, además, su amigo. Crea un vínculo poderoso. Llega a límites insospechados, estate dispuesto a dar amor, estate dispuesto a ser amado. Si lo heriste, discúlpate, no digas más. Los corazones rotos necesitan un “Lo siento” y actos que avalen las palabras. Y aún con todo esto no es seguro que un corazón roto se sienta bien y te siga. Necesitas ser un aventurero para darlo todo por él. Por eso remarco: Asegúrate de que en verdad lo quieres, asegúrate de que es parte vital de tu existencia, si no detente, si no vete. Los corazones rotos hieren, que no te dé miedo ser herido. Los corazones rotos ya no creen, muéstrale que eres verdadero. Y si buscas un corazón que te amó con intensidad pero lo heriste, confía en que el amor que se tuvieron es más poderoso que los errores. Cultívalo. Acompáñalo en esta vida larga y corta. Confía en ti.

Tal vez puedas curarlo, tal vez no.

Pero al menos no te quedarás con las ganas.

21 octubre, 2011

Sobre el arte de romper corazones

 

Gánate un corazón

y asegúrate que esté completamente enamorado de ti.

Entonces

abandónale, o guárdale indiferencia, o séle infiel, o miéntele, o golpéalo, o asfíxialo, o muéstrale inseguridad, o hazle pasar días pésimos, o duda constantemente frente a él, o haz que tus palabras digan cosas completamente distintas a lo que demuestran tus actos, o minimízalo, o muéstrale desconfianza, o hazlo parecer un iluso, o vete y regresa muchas veces, o dile que es el amor de tu vida, pero que ahorita no, que espere. Y hazlo esperar mucho, o no lo hagas esperar y bésalo con indiferencia. O dile que no son el uno para el otro. O pídele que te comprenda cuando tú no comprendes nada. O sácale todo su dinero, o explótalo mentalmente, o dedícale canciones dolorosas, o dile que si quiere se mate, o no lo escuches cuando él emocionado te cuenta sus cosas, o mantenlo como plato de segunda mesa, o dile que está mal, o dile que ya madure, o avergüénzate de él, o dile, y casi nunca falla, que no es tu intención hacerle daño, que simplemente no puedes estar.

 

Así, seguro, ese corazón se queda bien roto.

10 octubre, 2011

No sé de dónde vienes

 

No sé de dónde vienes, hombre.

De pronto estás aquí, a mi lado,

sonriéndome.

No sé, querido, por qué te afanas.

Me siento un arma de fuego

disparándote.

Y tú me dices que está bien,

me dices que no pasa nada.

Dices que si se trata de mí

estás dispuesto a quedarte,

así te quiebre el cuerpo y el alma.

No sé de qué estás hecho, hombre.

No comprendo bien tu necedad.

Pero si quieres, dame un beso,

si quieres, abrázame fuerte

y yo te entregaré mi corazón

completo y dispuesto a amar.

05 octubre, 2011

El primer amor o C

Un amor me golpeó duramente cuando tenía trece años.

Estuve pensando en cómo es

que en cuanto me di la vuelta

te aprovechaste de otra mujer.

Me sentí entonces en un mundo negro, un pantano. E imaginaba, cuando iba a la escuela, que los salones estaban llenos de lodo y mis compañeros eran monstruos terribles.

Antes de su traición

él era la representación de todo lo bueno. Lo conocí apenas entré a la secundaria y me enamoré por completo. Cada mirada, roce de manos o palabras bonitas me enloquecían. Escribí demasiado, cosas de poco interés literario, pero con mucho sentimiento. Mi Diario se hartó, se hartó por completo de su nombre; una vez encontré escrito: “¿Soy tuyo o de él?” y me sonreí, porque en ese entonces apenas me daba cuenta de mi existencia. Él era todo.

¿Miedo? Jamás. Nunca lo sentí por él. ¿Miedo de amar? ¿Qué es eso? Recientemente me encuentro con mucha gente que teme al amor y entonces yo los llamo: cobardes. Nunca se me ocurrió temer y por eso nunca se me ocurrió sufrir. Ahora sé que el sufrimiento es parte necesaria del amor, ¿y qué? De todos modos, amo; de todos modos, sufro.

Pasábamos el tiempo mirándonos a los ojos hasta que uno parpadeaba o se moría de la risa. Nos abrazábamos esporádicamente y sólo nos besamos una vez. ¡Éramos tan geniales! Repetía constantemente su nombre porque me gustaba la manera en la que se acomodaban las letras y gracias a eso comencé a fijarme en la armonía de las palabras. Él siempre me dedicaba canciones y siempre tenía esa tendencia a cuidarme. Nos queríamos bastante.

Pero luego resulta que uno quiere crecer. Uno quiere precipitarse a lo desconocido, experimentar cosas nuevas, salir de la rutina; sentirse mayor, mejor, más grande, más capaz y al mismo tiempo uno quiere cometer estupideces, porque todos comienzan a decir que la vida es muy corta y que, por lo tanto, se tienen que cometer muchas cosas locas. Pero pocos entienden que “cosas locas” no es lo mismo que “estupideces” (a veces sí). Se empieza por lo sencillo: desobedecer a los padres, no hacer las tareas, no peinarse, etc. Pero luego evolucionan. Hay confusión, entienden como tontería drogarse, alcoholizarse, faltar a la escuela, flojear, conformarse, poner el cuerno, etc. Y sí, son tonterías, pero son tonterías graves.

Unos nunca acaban y su vida se les va en errores, al final se arrepienten por no haber sido más sensatos. Otros son más prudentes y se detienen justo a tiempo, a este rubro deberíamos pertenecer todos. Y otros cometen sólo una o dos estupideces en todo el tiempo que viven y luego se lamentan porque nunca se atrevieron a más. Es difícil ser prudente, requiere cierto grado de responsabilidad y madurez, y ésas son cualidades que no todos tenemos.

Bueno, pues ese primer amor quiso dejar de ser niño cuando sólo teníamos trece años y me traicionó. Y entonces yo no sabía qué hacer, porque yo no quería crecer todavía, no quería afrontar ese dolor, no estaba preparada. Y la opción más sencilla a mi alcance fue tirarme en la depresión. Entonces descubrí que, si me lo propongo, puedo ser la persona más depresiva posible. Y ese afán de sentirme traicionada me llevó a cargar con ese primer amor seis años de mi vida.

Después de su traición

el mundo se volvió diferente. Comencé a observar las cosas tristes que siempre ignoraba: las familias destruidas, la gente hueca, el poder de la televisión, la degradación de la política, la poca importancia que las personas le dan a los principios. La generalización de creer que está bien cometer errores mientras tú sepas que los estás cometiendo. Mil y mil situaciones que me hicieron esconderme de nuevo en un mundo al que pocos mostraría por completo.

Durante seis años idealicé al amor. Imaginé que esa persona cambiaría por mí y me buscaría. Y al final yo terminé buscándolo y él terminó siendo algo que no se parecía en lo absoluto a mi ideal. Entendí que estaba bastante influenciada por una cultura hasta cierto punto misógina. Y que era debido a mi ignorancia que yo sufría como sufría. Sin ton ni son. Sólo sufrir por sufrir. Decidí entonces despojarme de la carga y convertirme en parte de lo que soy ahora.

Y eso es todo lo que aprendí del primer amor, a groso modo. Ahora imaginen lo que aprendí con el segundo. Ya les contaré.

01 octubre, 2011

Novio de fin de cursos

Primera parte: Edmundo

-¿Por qué Estados Unidos perdió en el ajedrez?

-No sé.

-Pues porque ya no tiene sus torres gemelas.

Y Edmundo soltó tal carcajada que me asustó. Sonreí tímidamente, él se notaba nervioso. Estábamos sentados en unas banquitas no lejos del patio principal de la primaria, nadie notaba nuestra ausencia porque todos estaban inmersos en la ceremonia de clausura. De hecho nosotros también teníamos que estar ahí, pero él me había jalado de la mano y entonces ya estábamos sentados en las banquitas, contándonos chistes.

-Hay que regresar, ¿no? –sugerí girando la cabeza hacia la ceremonia y notando que el baile regional de los niños de tercero estaba a punto de terminar.

-Espera, quiero decirte algo. –dijo él con un tono de voz que no le conocía.

-Dime.

Edmundo se puso colorado, me dieron ganas de reírme porque rojo se veía gracioso, pero me contuve. Lo miré con atención y entonces él soltó:

-¿Quieres ser mi novia?

Luego de eso me miró fijamente a los ojos. Yo balbuceé, mira que declararse el día de la clausura, justo cuando salíamos de vacaciones; y no sólo eso, sino que también saldríamos de la primaria, ¿quién nos aseguraba que íbamos a ir a la misma secundaria? Y además… Humberto…

-Pero…

-Vamos a ir a la misma secundaria. –agregó rápidamente. –Así que no habría ningún problema, ¿no crees?

-Pues no, pero…

El baile regional había concluido y yo tenía que ir al pódium a decir algunas palabras. Me gustaba Edmundo, era verdad. Y entonces dejé guiarme por ese pensamiento antes de salir corriendo a la ceremonia.

-Sí.

Edmundo esbozó una enorme sonrisa y corrió detrás de mí. Al finalizar todo me regaló una rosa de su arreglo de graduación. Y dijo que me buscaría en vacaciones, cosa que nunca sucedió.

 

Cuando entramos a la secundaria, justo el primer día de clases, decidí terminar con él. Era la primera vez que lo veía desde que se me había declarado; yo había concluido en vacaciones que aunque me gustara no tenía sentido estar con él porque no había nada más. Éramos unos chiquillos. Nos vimos en el patio de nuestra nueva escuela, él llevaba una rosa y yo le dije que hasta ahí, que mejor fuéramos amigos. Creí que pensaba igual que yo, que si no me había buscado en vacaciones era porque no le importaba, pero no. Me dio la rosa, dijo algo como qué mala onda y se fue. Nunca más volvió a dirigirme la palabra.

 

A veces me lo encuentro en la combi. Sigue siendo muy simpático, debo admitirlo, además ha hecho mucho ejercicio y se le nota. Pero nuestros encuentros nunca pasan del fingir no vernos, del fingir que jamás nos conocimos.

19 septiembre, 2011

Virus VA001

Landa Galen no encontró ninguna diferencia en su organismo cuando recobró la conciencia. Le habían dicho que se sentiría más ligera, casi de papel y por eso se entristeció bastante cuando no pudo percibir la sensación de ser diferente. Casi estaba segura de que el virus no había sido compatible y de que su organismo lo había rechazado, pero cuando miró las computadoras y vio que marcaban absoluta compatibilidad tuvo que llevarse una mano a la boca. Sonrió con suficiencia pues no esperaba menos de sí misma, era ahora portadora del virus VA001 que, según las investigaciones, tendría que proporcionar el poder de…

Quiso probarlo inmediatamente. Se quitó los cables e hizo caso omiso a las indicaciones de médicos y científicos que estaban con ella, incluso ignoró a su maestro. Así, descalza y con la bata blanca con la que había sido operada, salió al campo de pruebas del laboratorio. Parecía una loca suelta en un manicomio. El grupo de gente que había llevado a cabo la operación la seguía entre molesto, divertido y expectante, nadie conocía enteramente los efectos del virus. Landa, ignorándolos, se dispuso a probarse.

Estaba parada justo al inicio del campo de pruebas que era un prado enorme. La organización para la que trabajaba Landa se había encargado de delimitarlo correctamente con barreras que rechazaban a cualquier intruso, preparado o no tecnológicamente. El cielo estaba tan claro que Landa tuvo la certeza de que ese día iba a ser inolvidable, era el día en que ella por fin… Respiró hondo. Se mentalizó. Y una vez que sintió esa paz recorrerle el cuerpo comenzó a saltar.

Primero eran saltos como cuando uno salta la cuerda, ahí, en el mismo sitio, pequeños y numerosos. Landa poco a poco comenzó a sentir en sus pies una fuerza increíble y supo entonces que era el momento de correr. Inició así una carrera recta, sentía sus pies como armas de propulsión, tenía una velocidad increíble, al menos jamás en su vida había corrido así de rápido. Cuando consideró que el ritmo era adecuado dio un salto y siguió corriendo, fue como si saltara un charco. Y luego volvió a hacerlo, esta vez como si saltara un río. Y a cada nuevo salto recorría mayor distancia en el aire. Hasta que… hasta que dejó de caer.

Landa Galen experimentó por primera vez en su vida eso de volar. Volaba, de verdad. Estaba radiante de felicidad, los brazos los llevaba pegados al costado y se impulsaba constantemente con el pecho. Después de todo aún no existía ninguna forma de volar adecuadamente porque, según los datos, ella era la primera que lo hacía sin algún aparato externo. Estaba realmente feliz. El aire le golpeaba la cara y le pegaba la bata al cuerpo, ni siquiera le molestó o le preocupó que debajo no llevara nada. Pensó que no había nada mejor que volar casi desnuda.

Miró hacia abajo, el prado se extendía verde y pequeño. Se elevó más y más hasta que un sonido le taladró los oídos, era la alarma del campo de pruebas que avisaba que algo anormal estaba sucediendo. Ella misma trataba de violar las barreras. Rió y bajó de altura. Es que era tan genial estar volando, apenas estaba comprendiendo el salto enorme que había dado la organización, el virus VA001 era un milagro. Un verdadero milagro. Y Landa pensaba en eso cuando vio que el grupo de científicos y doctores le pedía que bajara cuando se acercó a él.

Descendió. Se posó suavemente de nuevo en el prado. Tenía una sonrisa enorme, los del grupo también. El jefe de todos ellos se acercó y le dijo:

--Enhorabuena, Landa, eres el primer ser humano que literalmente puede volar.

15 septiembre, 2011

Estás

Invariablemente estás.

Maldito. Me doy la vuelta y ahí estás. Cuando busco mis zapatos debajo de la cama, estás. Si como helado, estás. Y también estás en todas mis clases, en todas mis caminatas de regreso a casa, en todas las veces que he mirado el cielo para ver si hay estrellas. Te detesto con toda la fuerza con la que alguien como yo puede detestar; es decir, no mucho, ni siquiera un poco, apenas lo suficiente como para querer patearte y luego quedarme abrazada a tu cuerpo.

Estás en las paredes y en los escalones. En mi brazo izquierdo y en el derecho. En las zonas que no puedo ver, pero que existen. Estás en todo lo que puede abarcar mi mirada. Y entonces, al verme rodeada por tu imagen, intento huir. Me voy

y me divierto

y salgo

y cambio

y soy otra.

Pero siempre vuelves, siempre. Y aún cuando me encuentro cansada te tienes que colar en mi cansancio, en mis ganas de dormir, en mis ganas de llorar. Y es entonces cuando siento que te odio, porque ya no quiero verte, ya no quiero saber nada de ti, ya no quiero quererte.

¡Y tú, imbécil! Te quedas a burlarte de mi, de lo mal que ya me siento con tu ausencia, vienes a rematarme que no volverás, que sólo es una imaginación mía eso que veo, que ya no existes. Que ya no estás. ¡Pero estás, carajo, estás!

 

Y me duele.

13 septiembre, 2011

Perdida

La mezcla de canciones tristes, tarea excesiva y el recuerdo de una persona que no iba a volver provocó que Léa quisiera perderse en la ciudad. Sí, a propósito. Había estado mirando un mismo punto en la pared durante horas, sin decir ni hacer nada más que repetir en su cabeza una y otra vez sucesos que no se repetirían, palabras que no volvería a oír, proyectos que quien sabe si cumpliría, escenas de doramas que la hacían sentirse mal. Harta de no tener orden en su mente y mucho menos en su corazón decidió salir a perderse. Y luego, si tenía suerte, poder regresar con bien.

Echó a un morral un cuaderno, una pluma, un libro, una cámara fotográfica y un reloj. Llenó su botella de agua y pasó a comer bien. Quería perderse, pero no quería morir de hambre en el camino. Tomó unas cuantas monedas y salió. Fue a la estación de metro más cercana y una vez sentada en uno de los vagones dejó que el tren marchara. Se bajó al azar sin mirar el nombre de la estación. Nunca había estado ahí, así que, valiente, salió a la calle. La recibió un panorama desolador, multitud de gente y automóviles y un enorme cielo nublado.

La mezcla de gris, ruido y soledad provocó que Léa quisiera llorar. Las lágrimas se acumulaban desordenadas y la chica las retenía con fuerza mientras había iniciado una caminata furiosa y rápida. Miraba hacia abajo, veía cómo sus pies se desplazaban por la banqueta. Entonces, en esa prisa que ni ella misma comprendía, chocó estrepitosamente con una persona y cayó al piso, justo a un lado de la carretera. Un automóvil pasó rozándola, pero ella no percibió nada porque el dolor del impacto la tenía ocupada.

--¿Estás bien? –preguntó el hombre con quien había chocado, ella supuso que era hombre pues la voz se le oía grave.

Léa se soltó a llorar. No quería mirar el rostro de nadie, ni quería que nadie la viera en tal estado. La culpa era de esa tonta mezcla de frío, suelo y dolor. Intentó ponerse de pie y pronto sintió que una mano quería ayudarla.

--¿Segura de que no te pasó nada? –volvió a escuchar la voz.

Se limitó a asentir con la cabeza. Logró ponerse de pie y con la mirada todavía baja susurró un gracias. El hombre dijo un no te preocupes y se alejó lentamente, como pensando. Léa no retomó su camino, se quedó parada. Mirando nada. Pensando realmente nada. Como perdida en su propia realidad. Los automóviles seguían pasando cerca de ella, la gente que pasaba no reparaba en su existencia; era el estado perfecto de la soledad, la más plena, la más increíble. Tantos y a la vez ninguno. Y entonces Léa tuvo la loca idea de abrazar a alguien, a quien fuera, para sentirse viva, para sentir que estaba ahí. Que   e  s  t  a  b  a.

Una abuelita pasó vendiendo alegrías. Iba a ofrecerle una a Léa cuando ésta sin darle tiempo siquiera de articular palabra, la abrazó. La abuelita no la rechazó, la chica percibía el olor a sudor y a mugre, pero no le importó. Era esa mezcla de tristeza y alegrías la que provocó que Léa dejara de llorar. Una vez que se separó se sintió un poco avergonzada.

-¿Qué te pasa, niña? –preguntó la abuelita ofreciéndole una alegría.

Léa tomó el dulce, lo pagó y respondió con sinceridad:

-Perdóneme, pero es que sentí la necesidad de abrazar a alguien.

-Vaya, lástima que no se te ocurrió hacerlo cuando te caíste, el muchacho que te ayudó estaba muy guapo.

Léa casi volteó por inercia. No había rastro del chico que la había ayudado. Fue la mezcla de ironía, picardía y atronadora realidad la que provocó en Léa una enorme sonrisa. Dio las gracias a la abuelita y decidió perderse de nuevo. A la próxima haría menos caso de las mezclas de frío con dolor, o de gris con ruido, o de soledad con lejanía y se enfocaría mejor en ver quién quería ayudarla a levantarse.

09 septiembre, 2011

Diálogo

—Creo que existe mi príncipe azul.

—Tú y las niñas tontas que creen esas cosas.

—No seas grosero.

—Ponte a pensar, ¿acaso no es azul porque es asfixiado?

—No, si fuera asfixiado sería morado.

—Entonces es azul porque muere de frío.

—¿Por qué moriría de frío? Yo lo abrigaría.

—Entonces tu príncipe no sería azul.

—Tienes razón, sólo sería mi príncipe, sin color. ¿También crees en las princesas?

—Creo en ti.

23 agosto, 2011

Círculo de lectura en FFyL UNAM

¡Hola a todos los lectores de este blog!

Hoy sólo vengo a hacerles una invitación: Algunos amigos (Andrés Herrera, entre otros) y yo hemos decidido abrir un grupo dedicado a la lectura de nuestros escritos (poesías, cuentos, capítulos de novelas, etc.) y al intercambio de textos que nos llamen la atención (más cuentos, poesías o novelas, etc.) incluyendo recomendaciones de autores, ejercicios para mejorar nuestra escritura y dinámicas para estar en constante estado creativo.

Hemos decidido llamarlo “Círculo de lectura” y no Taller o algo así porque realmente no va a haber un profesor que nos guíe, sólo nosotros que intentaremos dar eje al grupo con la experiencia que hemos adquirido como lectores, escritores de nuestra propia obra y, en el caso de algunos, como alumnos de carreras afines a las Letras.

El propósito del grupo en primera instancia es COMPARTIR Y RETROALIMENTAR nuestra obra.

La cita es ESTE JUEVES 25 DE AGOSTO DE 2011 a las 14:00 hrs. en la FUENTE DE LA BIBLIOTECA “SAMUEL RAMOS” de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. De ahí nos trasladaremos a un salón.

¡Todos los lectores de este blog están invitados! Hagan un pequeño espacio y acompáñennos, no se arrepentirán.

En cuanto a los lectores que son de otras ciudades y no pueden asistir, no se preocupen, estamos planeando cosas muy interesantes para ustedes.

 

Mientras, intenten ir el jueves, de paso me conocen en persona xD

 

Nota: Si van pueden llevar un cuento o una poesía ya sea de su autoría o no, para comentar el texto en el grupo.

20 agosto, 2011

No es dolor

Esto que tengo no es dolor. Es sólo recordarte en cada cosa y cada momento. Verte dormida o despierta. Garabatear tu nombre. Deletrearlo. Es tocarme el pecho nada más porque sí, intentando apaciguar el sentimiento. Es la frase diaria de que todo va a estar mejor y de que no te necesito. ¿Cómo va a ser dolor? El dolor se come las entrañas sin justicia, muerde los muslos y las orejas. Ciega. Esto es solamente intentar sacarte de mi cabeza y en el intento dibujarte de nuevo y sentirte más verdadero. Sólo estoy en el proceso de adecuarme a la realidad.

No es dolor, insisto, sólo soledad.

16 agosto, 2011

A mí me gusta andar de pelo suelto

Desde que abrí este blog y comencé a nombrar las “etiquetas” hice una dedicada exclusivamente al CINE, mi propósito con ella era narrar las impresiones que habían provocado en mí ciertas películas. Llevo poco más de dos años con este blog y sólo les he hablado de CINCO películas (Wolwerine, La decisión más difícil, Toki wo kakeru shoujo, 500 days of summer y Harry Potter), de las muchas que veo cada año. Entonces se me estaba ocurriendo que últimamente he pensado mucho en lo que me sucede en el cine, y me dije ¿por qué no agregar esas anécdotas a mi tan abandonada etiquetita?

Aquí tienen la primera de ellas: Yo de tres años en el cine bailando como loca la canción de Gloria Trevi “Pelo suelto”. No sé cómo pudo suceder eso si se supone que la película se estrenó en  1991, año en que nací, pero los registros familiares indican que tenía tres años cuando vi esa película y me puse a bailar en el pasillito iluminado. Mi mamá dice que yo era fan de la Trevi, que me sabía todas sus canciones y que tan traumada estaba con ella que me ponía a barrer el suelo con mi cabello, literal. Sólo a mis padres se les ocurre llevarme a ver esas películas.

Como sea, sé que Gloria Trevi era mi ídolo porque aún conservo los cassettes. Cuando escucho sus canciones vienen a mi cabeza vagos recuerdos de la casa de mis abuelos donde vivíamos, escenas de mi vida con libros y figuras de lego.  Me acuerdo de esa época anterior al kinder, cuando nació mi hermano, por ejemplo. También me acuerdo de cuando estaba comenzando a leer porque me veo vagamente deletreando los nombres de las canciones en el cassette. Me sorprende tanto la cantidad de imágenes que vienen a mí con tan sólo escuchar la siguiente canción:

Difícil descifrar si esos recuerdos son verdaderos o si yo los he ido alimentando con el paso del tiempo; el hecho es que, según mis padres, todo comenzó en el cine. Y entonces me alegra, pues aunque ya no escucho para nada a la mujer ésa, es gracias a sus canciones que puedo conservar episodios memorables de mi primera infancia.

¿Y ustedes? ¿Cuándo fue la primera vez que fueron al cine? o ¿Tienen algo que los haga recordar locamente su infancia?

Por cierto, todavía me gusta andar de pelo suelto :)

12 agosto, 2011

Imágenes turbias

Robert Graves

 

Él es veloz, piensa en imágenes claras;
Yo soy lenta, pienso en imágenes turbias.

Él se aburre, por confiar en sus imágenes claras;
Yo me vuelvo aguda, por desconfiar de mis imágenes turbias.

Por confiar en sus imágenes, asume su relevancia;
Por desconfiar de las mías, cuestiono su relevancia.

Al asumir su relevancia, asume los hechos;
Al cuestionar su relevancia, yo cuestiono los hechos.

Cuando los hechos le fallan, él cuestiona sus sentidos;
Cuando los hechos me fallan, yo apruebo mis sentidos.

Él sigue igual de veloz y aburrido en la claridad de sus imágenes;
Yo sigo igual de lenta y aguda en la turbiedad de mis imágenes.

Él, en una nueva confusión de su comprensión;
Yo, en una nueva comprensión de mi confusión.

_____________

Lo sabes.

08 agosto, 2011

Bohemian Rapsody

Papá, esa es la primera persona que viene a mi cabeza cuando escucho cualquier canción de Queen. Su figura y el recuerdo de aquellos días en el auto con el Bohemian Rapsody a todo volumen, recorriendo las calles del pueblo, la ciudad o el campo. El recuerdo de verlo sentado en el sillón leyendo el periódico, o ayudándome con mis tareas de matemáticas. Sí, definitivamente, siempre que me siento sola o triste, sólo escucho a Queen y aunque extraño con fuerza a mi padre también sé que él está ahí, cuidándome.

 

Oh, ya quiero ver la cara de mis papás cuando les diga que pasé mis exámenes intermedios :D

05 agosto, 2011

Pottermore y otras noticias

Abril G. Karera en Pottermore

Más feliz que una lombriz xD

Hay algo que dicen que se llama karma o suerte o casualidad.

Sólo sé que a pesar de todo esta ha sido una semana increíble y estoy muy feliz.

 

Aprovecho esta entrada para pedirles dos cosas: :)

  • ¿Pueden configurar su blog para que se pueda leer en celulares o iPods? La verdad es que muy seguido los leo desde el móvil y muchos de ustedes no tienen activada esa función, para los que los leemos así es mucho más cómodo.
  • Esto es para los nuevos lectores o gente que me lee y yo no leo su blog: ¿Pueden dejarme el link de su página? Así no sólo ganarán una lectora muy valiosa (xD) sino también podremos entablar una buena vía de comunicación, pregúntenle a mis lectores :) En fin, claro, es sólo si quieren que me pase por sus blogs.

Y pues creo ya. Ahhh, hay más chisme: ¡El lunes entro al quinto semestre de la carrera! Lo sé, fue demasiado rápido. El semestre anterior me fue muy bien en calificaciones y este espero igual sea muy productivo, éstas son las materias que llevaré este semestre:

  • Literatura Latina II
  • Literatura Griega III
  • Gramática Histórica Española
  • La Tradición Clásica en la Literatura Mexicana
  • La Tradición Clásica en la Literatura del Renacimiento

No pongo ni Griego V ni Latín V porque aún no sé si pasé los intermedios, ya les estaré avisando. Y ahora sí creo que es todo, ah no, también debo decirles que me aceptaron en Alemán en el CELE :D y ahora lo estudiaré. Y que sigo con el servicio social en el Instituto. Y para los que no se han dado cuenta o no lo han intuido la verdad es que Saúl y yo terminamos, pero creo que fue lo mejor. Soy feliz. Esta última semana ha sido realmente sorprendente y mi vida ha dado un giro completo.

Gracias por leerme siempre, lo agradezco de corazón.

Nos vemos en sus blogs.

04 agosto, 2011

10 canciones abrilescamente tristes (Parte 2: Para vivir)

He aquí la segunda parte de este post. Gracias por tomarse su tiempo en leer y escuchar. Y, ehm, ¡Fighthing!

Completamente

“Hey, todo lo tienes, completamente, y te parece todo ser muy poco”. Era verdad. ¿Por qué estaba sufriendo por una persona que no valoraba lo que tenía? ¿Por qué no podía quitarle la venda de los ojos? Por fin me estaba dando cuenta de que sí había una diferencia enorme entre nosotros.

 

Rompecabezas

Arreglaba mi habitación y escuchaba discos arrumbados. Cuando comenzó a sonar esta canción sentí que se estaba reflejando mi estado de ánimo. Y lo mejor, lo mejor, era que a pesar de su tonada melancólica y corta-venas tenía un mensaje positivo: Armar de nuevo el rompecabezas y comenzar de nuevo.

 

To build a home

Esta canción la conocí por @EsAsí en Twitter. No la comprendí hasta ayer por la noche, en que descubrí que cuando algo tiene que terminar debe ser así. Aunque duela.

 

En dirección contraria

Ya no hay nada por esperar, salvo la vida. Hoy toca tomar un camino distinto, algo impredecible, algo espontáneo, algo nuevo y, sobre todo, algo mejor.

Corazón

¿Podré afrontarlo? Claro que sí. Mi corazón puede seguir adelante, puedo mirar nuevas cosas, siempre lo he hecho. El amor es una experiencia increíble, me gusta con todo y sus dolencias. Me gusta porque es cuando comprendo más que nunca que estoy viva. Existo.

03 agosto, 2011

10 canciones abrilescamente tristes (Parte 1: Para morir)

Gracias a Xhabyra por darme la idea de este post. Estas son diez canciones que han marcado mi experiencia en el amor. Aprovechando mi tristeza decidí escribirlo. Recomiendo leer esto cuando tengan tiempo para que la letra de las canciones logre el efecto deseado. Y no se vayan a matar antes de escuchar la segunda parte.

Ne me quitte pas

Ese día la tristeza se convirtió en vacío tangible. Debajo de las cobijas me puse a llorar, a llorar a mares, me volví agua y me ahogué en mi propia creación. Seguía desgarrándome. ¿Por qué simplemente no volvía? ¿Por qué tenía que extrañarlo tanto? ¿Por qué no podía articular ninguna palabra? Y aún, con todo ese dolor embargándome, escuché esta canción. Suicidio seguro. Imprimí la letra y escuchándola una y otra vez me la aprendí en francés. La pegué letra por letra en mi Diario. Y ahí permanece, intacta, inmóvil, como recuerdo de que un día toqué el vacío.

Porque brillamos

Como no acepté la despedida comencé a crear historias en mi cabeza. Historias de un regreso, historias de un perdón. Los porqués, los cómos, los “aún me quieres, lo sé” me invadían una y otra vez creando una esperanza que se volvió casi imposible de destruir. Esto es lo poco que yo sé, que independientemente de cómo hayan sido las cosas nunca terminarán como imaginamos. Porque al fin de cuentas ¿qué sabemos del amor?

 

Fabricando fantasías

Íbamos en el auto, lo recuerdo muy bien. Papá puso su disco de salsa y entonces escuché esta canción. La había bailado antes pero no había reflexionado en su letra. Le pedí que la repitiera una y otra vez. Lloré silenciosamente mientras él manejaba por el campo. Era la reafirmación de que sólo me estaba inventando cosas, de que tenía que dejar ir, de que por más que gustara inventar fantasías para no llorar estaba viviendo en un mundo de mentiras. No había superado el haberlo perdido. Luego mi hermano me dijo que Tito Nieves había hecho esa canción para su hijo que había muerto. Me quedé sin palabras.

Como yo te amé

La verdad es que, cuando comenzó a sonar esta canción, sólo me puse a llorar.

Un vicio caro es el amor

—Oye Gaby, escucha ésta, es mi canción. Siempre he estado enamorándome de veras y todas las veces me han pagado mal.

Y la escuché. Me sentí adicta a esa sensación odiosa de sentirse mal, triste y decepcionado. Me di cuenta que ese estribillo que reza: “Sólo adórame, sólo adórame” es la muestra perfecta de que es lo único que se ha pedido siempre, nada más. Bola de viciosos, nosotros.

01 agosto, 2011

Tristeza alegre

Sólo cuando estoy triste me doy cuenta de la cantidad enorme de canciones tristes que tengo en mi reproductor. Y eso me hace remontarme a aquellos días en que la tristeza era mi día a día. Recordar cómo fue que vivir en ella, con el paso del tiempo, se volvió agradable. Hasta que luego ya no era tristeza, sino otra cosa. De esa etapa mis mejores escritos, de esa etapa mis mayores aprendizajes. Hoy vuelvo a estar triste, pero me alegro. Es de esas tristezas alegres, de esas que te dicen que es mejor así, que todo va a cambiar. Una tristeza sincera, que nace de ese lugar donde deposité lo mejor de mí y por eso es una tristeza más completa, más humana, más mía.

Me siento muy triste, pero también me siento tranquila.

Y es que cuando das lo mejor de ti es cuando más duele todo, pero así la vida.

Así el mundo.

31 julio, 2011

Opuestos

¿Por qué nos hemos impuesto ‘planes de vida’? ¿Por qué la mayoría de las personas piensa que en esos planes deben ir: terminar una carrera, tener trabajo bien remunerado, viajar y casarse? Son los tópicos que harían de nuestra vida algo más cómodo y fácil. Buscamos el bienestar. Queremos lo mejor. ¿Luchamos por lo mejor? Nos desviamos a causa de los mismos bienestares. Se tiene la expectativa de que a pesar de los obstáculos uno encontrará lo que quiere. Pero ¿y si nunca lo encuentra'? O peor, ¿si nunca sabe lo que quiere? ¿Bajo qué motor debe moverse?

 

 

 

Amor, en dado caso, sujétate de mis alas.

27 julio, 2011

Hace quince años

El vocho (¿o bocho?) avanzaba por una calle sin pavimentar. Pequeña Gaby sentía la emoción subiéndole por el pecho. A sus cinco años comprendía perfectamente que tenía que disfrutar ese día, no veía siempre a su prima favorita Araí, que era dos años mayor que ella y que, como tal, era la encargada de mostrarle cosas nuevas. Iban a visitarla a su casa al lado del río y ese simple hecho ocasionaba que Gaby saltara de alegría.

Pronto distinguió la casa en medio de los campos de cultivo. Cuando el vocho (¿o bocho?) se detuvo Gaby fue la primera en correr a tocar la puerta. Abrió Araí que era más alta que ella y la saludó. Los adultos también bajaron del vehículo y entraron a la casa mientras las dos niñas hablaban de las novedades: que si tenían nuevas muñecas, que si Araí ya iba a pasar a tercero de la primaria, que si Gaby ya iba a salir del kinder, que qué nuevos juegos inventarían esa tarde. Estaban planeando hacer una casa de ladrillos para muñecas cuando el papá de Araí las mandó por un refresco.

-Vamos en la bici. –dijo alegremente Araí.

En ese entonces sólo había una tienda alrededor de aquella casa, era la de Don Beto y estaba del otro lado del río, para llegar a ella había que pasar por el puente colgante, que no era exactamente colgante pero sí. Era de fierro y lo sostenían gruesas cuerdas de acero y sí, colgaba, pero jamás caería, sólo se balanceaba un poco si alguien se ponía a saltar en medio. Y Gaby le tenía miedo. Salieron juntas en la bicicleta, Araí manejaba y Gaby se puso en los diablos. Cruzaron el puente sintiendo cómo vibraba debajo de ellas.

Llegaron a la tienda y las atendió el mismísimo Don Beto. Gaby creía que era muy alto, de hecho creía que era una tienda enorme, ni siquiera alcanzaba el mostrador. El dependiente preguntó a Araí cómo se llamaba su prima y así estuvieron conversando. Entonces Gaby se dio cuenta de que un niño se asomaba por detrás del refrigerador. Era un niño más grande que ella, como de ocho años, moreno y simpático. Cuando Don Beto le pidió que saludara el niño se echó a correr.

Araí y Gaby regresaron de nuevo en la bicicleta. En el puente Araí se bajó y comenzó a saltar para asustar a pequeña Gaby. La niña corrió despavorida hacia el otro lado mientras su prima se desternillaba de risa. Luego la alcanzó y se sentó a su lado.

-¿Te fijaste en el niño que se asomó? –preguntó Araí con un tono extraño en su voz.

-Sí, ¿quién es?

-Se llama Josué, va en mi escuela.

-Ah.

-Y me gusta.

-¿Qué?

-Que me gusta Josué.

Pequeña Gaby la miró con los ojos entornados, como detectó que no era mentira lo que decía soltó algo dolida:

-No puedo creer que ya te gusten los niños. –y echó a correr hacia la casa.

Araí se quedó sentada sin reclamar, como pensando. Gaby ya estaba en la cocina cuando ella llegó con el refresco. Y no volvieron, siendo niñas, a hablar del tema.

 

Quince años después Gaby ha recibido la invitación para el enlace matrimonial de Araí y Josué. Será en la casa al lado del río. ¿En qué momento crecimos tanto?

25 julio, 2011

Cosas molestas

Mi madre dice que he estado de un humor de perros, no sé exactamente a qué se deba, pero en fin. Aprovechando ese mal carácter y robando la genial idea de Sucio Vagabundo pondré a continuación las situaciones que más me molestan:

  • Que la gente hable cuando masca chicle. No hay nada más asqueroso e incómodo.
  • Lavar el baño. Mi madre sabe perfectamente que si quiere sacar mi lado malvado debe mandarme a eso. Ella argumenta que lo sufriré en el futuro cuando tenga mi propia casa, que mejor me acostumbre desde ahora, pero yo le digo que aún falta para eso y que este es el presente. (No sé cómo lo enfrentaré en el futuro, espero vivir con alguien a quien no le moleste hacer esa tarea, si no me veré en la penosa necesidad de darle la razón a mi madre ¬¬).
  • Me molesta despertarme muy temprano, pero también me molesta despertarme muy tarde. Creo que la hora ideal son las ocho de la mañana, aunque pocas veces lo logro. Cuando me despierto después de esa hora siento que he desperdiciado el tiempo.
  • Detesto tomar leche caliente. Simplemente no me pasa.
  • Me molestan esos programas de radio estilo Las Serenatas de la Z, sobre todo cuando habla gente que se explaya contando su vida. La otra vez habló una señora que se divorció de su marido tras quince años de matrimonio y le suplicaba al locutor que la ayudara a recuperarlo. O de esas niñas que aseguran conocer al amor de su vida que ni las quiere, ni las pela. Lo sufro sobre todo cuando uso transporte matutino.
  • Me sacan de quicio las personas que no conocen los audífonos y van por la calle o el transporte público con su celular a todo volumen. Y más cuando suena banda, pasito duranguense o reggaeton. O metal. (Me gustan casi todos los géneros de música, pero hay momentos, hay momentos).
  • Me molesta no decir cuando camino “buenos días”, “buenas tardes” o “buenas noches” a la gente, más que nada en Coyotepec. Nunca lo hago y siempre quiero hacerlo. Esto es tonto. Y siempre me repito: “Lo cortés no quita lo valiente” y justo cuando me animo la persona en cuestión desaparece ¬¬.
  • Me molesta el chat de Facebook. Ja.
  • Espero que no malinterpreten este punto pero tiendo a alejarme de las personas que me alaban demasiado. Claro, siempre es genial que haya quien te diga cosas bonitas y eso, pero he conocido a gente que de verdad creo que no tiene autoestima. Y yo, francamente, no soy ni la mitad de lo que dicen.
  • Y no sólo las que se refieren a mí, también me frustran aquellas personas que acosan a sus artistas favoritos. Por ejemplo en Twitter hay un tipo que por las más mínima cosa pide el consejo de Natalia Lafourcade. Ya no me da risa. (Obvio di unfollow).
  • Detesto llegar tarde a las funciones de cine. O perderme los avances, aunque sea de películas que no me interesan.
  • El calor, no hay nada más destestable.

Hum, creo que ya. Ha de haber más, pero tendría que escarbar y eso ya no las convertiría en las que MÁS me molestan. Saludos a todos, ya terminé de leer todos los libros de Harry Potter y vuelvo a mi vida cotidiana muggle. Vi la película, me gustó bastante.

08 julio, 2011

El inicio y el final

Tenía diez años cuando vi la primera película de Harry Potter. Y ya, no sé qué decir realmente. Me atrapó por completo. Yo también tenía la edad indicada para que me llegara la carta de Hogwarts, yo también quería tener una vida diferente alejada de la escuela, la familia, esas cosas. Aventuras en bosques prohibidos, resolviendo acertijos, luchando con seres fantásticos. Y Harry parecía tener lo necesario para que cualquiera se sintiera él. Aunque, bueno, la verdad es que yo me sentía Hermione.

Hace diez años de ese suceso. Aún lo recuerdo. Luego de ver la película quedé maravillada. El título me sonaba mucho, como si lo conociera de otro lado, pero estaba segura de no haber visto los trailers en la televisión o esas cosas. Resultó que teníamos el libro en casa. Una profesora se lo había regalado a mi hermano. Lo busqué en los libreros y lo encontré, era nuevo. Sobra decir que lo devoré inmediatamente. Y luego comencé a investigar, ¡había más libros de tan maravillosa historia!

Crecí con Harry Potter, es la verdad. Jamás se me ocurrió buscar incoherencias en la historia, o errores, o creerlo demasiado fantástico, infantil o burdo. Nosotros, los que leímos los libros desde pequeños, fuimos madurando junto con Harry. Ay, ya sé, suena tan cursi. Generalmente no soy de los que se obsesionan con algo. Pero esta es la excepción. Y no es que sea una fanática, pero sí soy alguien que guarda un cariño especial por la historia. Que admira a J. K. Rowling y que está terriblemente emocionada por el estreno de la última película.

Hoy (técnicamente ayer) fue la premiere. La vi en vivo por YouTube. Había visto las otras, pero ésta las superó por mucho. Me uno a los miles de personas que lloraron cuando Emma Watson lo hizo y que se desconsolaron cuando J. K. Rowling no podía articular palabra. Sé que a muchos no les agrada esto de “emociones en masa” o “fenómenos sociales” o “masa de gente que sigue sin chistar una historia”. A mí misma me desagradan los fanáticos de Crepúsculo, Justin Bieber o RBD. Pero me siento identificada con esto de Harry Potter, tal vez porque soy testigo de la evolución de las historias, quiero decir: es una novela que tiene cosas maravillosas que contar.

Estoy tan emocionada que comencé a leer de nuevo los libros. Ya casi acabo el primero. Los leeré todos antes del próximo viernes, el día que vaya al cine a ver la película. Sí, una parte de mí se siente molesta por dejarse llevar por la euforia del momento, lo comercial, y esas cosas. Pero otra parte no, la verdad es que será la última película, la verdad es que es como cerrar una etapa de mi vida: diez años. Y la verdad es que siempre me ha gustado Harry Potter, desde aquella vez que vi la primera película, desde la vez que leí el primer libro.

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05 julio, 2011

El chile manzano

peron

Soplaba un viento increíble. Salimos corriendo de la casa decididos a ver volar alto esos papalotes que recién habíamos comprado. Llevábamos como media hora intentando levantar uno de ellos cuando oí desde lejos que mi mamá nos gritaba: ¡Ya nos vamos! Sólo le hice un gesto de haber entendido y se fue. Mis padres habían salido esa tarde a un compromiso y cerraron la casa creyendo que nosotros teníamos llave o algo por el estilo.

No nos dimos cuenta hasta varias horas después, cuando cansados de volar los papalotes regresamos hambrientos a la casa. Yo era la mayor, tenía diez años. En mando me seguía mi primo Pablo que tenía nueve. Luego mi hermano Quique con ocho y finalmente la chipil de mi hermana Isela con seis. No podíamos entrar. Estábamos realmente hambrientos y tampoco teníamos dinero. Entonces se nos ocurrió probar las ventanas para ver si alguna estaba abierta y ver si cabíamos por ahí. La ventana de la cocina cedió.

Creo que fue mi hermana la encargada de entrar y abrirnos. Una vez dentro hurgamos en el refrigerador y en la alacena para ver qué era comestible. Había muchos productos enlatados, tortillas y huevos. Pero nada de sopa o comida hecha para calentarse. Yo no sabía cocinar (todavía no sé). Mi primo Pablo que siempre ha sido muy autosuficiente ya sabía cocinarse y ese día él se encargó de alimentarnos.

-Ahorita vas a ver qué ricos huevos cocino.-dijo mientras tomaba entre sus manos los blanquillos y como todo un experto los lanzó al sartén.

Mientras él cocinaba y mis hermanos apreciaban sus trucos culinarios yo seguía buscando algo que mordisquear. En la mesa del comedor estaban la sal, el bote de las cucharas y un platito artesanal tapado con una servilleta. Lo destapé. Era un chile manzano picado sumergido en limón y sal. Se veía muy rico porque el chile manzano es singularmente atractivo. Yo había visto cómo mi papá le echaba eso a todas sus comidas, decía que sin él todo le sabía mal. También lo había observado prepararlo, con una dedicación tal que pronto supe que el comer chile en mi casa era casi como un rito.

La panza me rugió y la boca se me hizo agua. Tomé una tortilla que se estaba calentando en el comal y me hice un taco de puro chile manzano. Lo mordí. Y enseguida comencé a perder noción de mi existencia. Vi cómo Pablo dejaba la estufa y llegaba a atenderme, me decía cosas como: ¡Estás loca!, ¡bebe agua!, ¡ese chile no se come solo! Mis oídos zumbaron tanto que creí que se reventarían, las lágrimas me salían incontrolables y ya había perdido toda sensibilidad en mi lengua. Costó más de una hora recuperarme por completo, ni con todos los litros de agua que bebí, ni con las tortillas que mastiqué se me quitó la sensación. Sobra decir que fui la burla de mis hermanos y de mis demás familiares cuando se enteraron ¬¬.

Esa fue la enchilada de mi vida. Y a pesar de ella soy una ávida consumidora de chiles (¬¬), herencia de mi familia. Quise contar esto porque ¡perdimos el molcajete! De verdad no lo encontramos. Mi mamá ha estado haciendo la salsa en licuadora y no sabe igual… Gracias a mi gusto por el picante fui de las pocas personas que comprendió la declaración de una de mis profesoras de francés: Si quieren asesinarme denme un chile, con eso me van a tener bien muerta. Pero un chile manzano, profesora, porque como ése no pica ningún otro. (Aparte tiene un nombre rete-bonito).

03 julio, 2011

Foreground

 

Esta es la canción que más me pone triste. Foreground de Grizzly Bear. Una vez lloré de tan sólo escucharla y rememorar en mi cabeza escenas de mi vida que nunca han sucedido pero que podrían suceder. Iba en el suburbano y todos me miraban. Afuera llovía. Y yo estaba triste y muy imaginativa. ¿No les ha pasado? Crear historias con música de fondo.

Número 3 del 30 días 30 canciones.

 

¿Cuál es la canción que más los pone tristes?

01 julio, 2011

El domingo yo voy a votar por…

Nada de anular el voto. Aprendí la lección. Hace dos años, cuando recién cumplí los 18, hubo elecciones municipales. Era mi primera vez. Quería tomar la mejor decisión. Así que me dispuse a escuchar las opiniones de los llamados “adultos” acerca del mejor candidato. De hecho hice una entrada especial para esa ocasión: Acerca de la política en Coyotepec.

Ganó el PRI. Pero no exactamente porque el pueblo siempre vote por el PRI, al contrario, nos han gobernado los tres partidos principales; esa vez el “gallo” del PRI era Juan Casas. Había muchas cosas alrededor de su nombre, ninguna que se acercara lo suficiente a la opinión que se tiene hoy de él. Se decía solamente que era muy joven, inexperto, y la más grave era que había sido una imposición de Peña Nieto. Fui a sus mítines y descubrí igual que no tenía oratoria, ni nada que lo hiciera una persona realmente confiable. Así que descarté mi voto por él.

Tampoco elegí el PRD porque el anterior presidente era de ese partido y había quedado como un imbécil (no tener voz de mando y ser manipulado por todos es algo realmente grave cuando tienes un puesto importante), (creo que hace demasiado tiempo que no hemos tenido buenos presidentes). El candidato propuesto no gozaba de la popularidad ni credibilidad suficiente como para darle la presidencia. Un señor parco que tampoco inspiró mi confianza. Y no era la primera vez que era propuesto. Las dos veces perdió.

Y si no voté por el PAN fue por una estupidez. Por todos lados se sabía que era el mejor candidato, tenía fuentes muy confiables de que el señor iba en serio. Era respetado por el pueblo, gozaba de estudios universitarios, tenía visión. Pero era del PAN, ¿y quién vota por ese partido con la situación actual? Me dejé llevar por la idea de que votar por el PAN era favorecer a Calderón. Y antepuse mi rencor al presidente a los cambios reales que pudo haber tenido mi pueblo. Jamás volveré a dejarme llevar por el partido.

Anular el voto no es la opción. Cuando Juan Casas comenzó a hacer su desmadre no me sentí lo suficientemente identificada con la situación. “Tontos los que votaron por él, que ellos sufran”. Y vaya que han sufrido. La situación ha llegado a tal punto que ya no sabes si reír o llorar. El no ejercer el voto me hizo sentirme apartada de todo, ¿con qué exijo si no voté? ¿para qué me enojo si no participé? Dicen que anularlo es también votar. Falso. Anular el voto es desligarte por completo de todo lo que ocurre. A algunos les late la idea. A mí ya no.

PRIPANPRD

El domingo se vota para gobernador. Claro que me he informado y he participado de la mejor manera posible en las diferentes campañas. Observo muchas cosas: el Estado de México lleva 82 años consecutivos de ser gobernado por el PRI y mi pueblo está más abandonado que nunca, el PAN se ha desesperado y su candidato lo demuestra, el PRD me suena demasiado radical, quiero decir que sus partidarios optan por el odio a los demás partidos y esa izquierda, basada en el rencor, me preocupa. Eruviel y sus gastos desmedidos en campaña, Bravo Mena y sus propuestas tan fuera de lugar (“Si no votas por mí los ladrones entrarán a tu casa”, algo así) y Encinas promoviendo el odio al PRI para que uno se decida por él.

Con todo eso ya sé por quién voy a votar. He comprendido que la política es un gran juego. La mayoría de las veces tu equipo se ve manchado por gente inepta que no hace bien su trabajo. En este país se gusta de encontrar cola que pisar a todo mundo. A casi nadie le importa que realmente existe gente con visión en TODOS los partidos. Personas trabajadoras a las que sí les importa la ciudadanía. Es muy fácil criticar desde la comodidad del hogar, sin realmente inmiscuirse en el juego.

Unos dirán: “Si esa gente existe, ¿por qué no se habla de ella?” o “¿Participar en la política? Sólo para salir enlodado” o “No es política, es mafia, todo ya está dicho, las elecciones son un mero ejercicio de apariencia”. Yo respondería, “soy joven y creo en la diferencia; y también soy de la opinión en que uno debe interesarse por la política, aunque canse, ensucie, decepcione, quiero decir: ¡vivimos! y aunque la democracia no existe en nuestro país, es importante que uno participe porque sólo así podremos tener una base para exigir el cambio”.

Llámenme ilusa. No será la primera ni la última vez. Sólo quería decir que ya sé por quién votar y que no anularé mi voto. He tenido el gusto de conocer a gente pensante de todos los partidos. Lástima que los representantes nacionales de los mismos nos han creado una imagen pésima de ellos. PRI, PAN y PRD, en los tres hay gente que desea un mejor futuro aunque no lo crean. Gracias por leer esto, son héroes por haber llegado hasta aquí. ¡Y no anulen su voto!

29 junio, 2011

Terror en Coyotepec

Bienvenidos a mi pueblo. Coyotepec es un pequeño municipio del Estado de México. Sí, muy pequeño. Tan pequeño que casi todos sus habitantes se conocen o, al menos, se ubican por familias. En el centro tenemos una presidencia municipal, una plaza cívica, un kiosco, una iglesia con su jardín y un mercado. También, en otras zonas, tenemos una casa de piedra, una presa, un puente colgante y un deportivo, además de una casa de la tercera edad y el infaltable DIF.

Es como cualquier pueblo. Excepto porque en los últimos meses la ola de violencia lo ha alcanzado. Y entonces ustedes podrían decir: “Sigue siendo como cualquier pueblo”. Y desgraciadamente sí, porque de unos años para acá la violencia exacerbada, asesinatos y demás se han convertido en el panorama cotidiano de nuestra vida. Y no, no debe ser así, no debemos acostumbrarnos a hechos sangrientos. Coyotepec, aunque pueblo olvidado, era pacífico.

Las malas noticias, o más bien, el seguimiento de las malas noticias de mi pueblo que he ido realizando se remonta ya a poco más de un año. Tenemos variedad: Desde bandas criminales ocultas en casas vecinas, narcos que se pasean sin miedo, violaciones, hasta un repudio total al presidente municipal y disparos a media noche. Y yo, como lo pueden notar en mi blog, soy una persona de visión rosa, así que no le daré a este post un tinte amarillista (espero). Sólo mencionaré ciertos hechos que de verdad están causando pánico.

Cada semana cuando vuelvo a casa me entero de un nuevo muerto. Y lo peor es que, la mayoría de las veces, es un conocido o un familiar (el precio de vivir en un pueblo pequeño).  Una vez fue un chico de trece o catorce años que se suicidó. Fue un evento muy desagradable, la madre lo vio y otras cosas terribles mezcladas por ahí. Muchos de ustedes recordarán que el hijo de una prima también se suicidó. Y entonces me encuentro con que muchos chicos de Coyotepec ¡se han suicidado! Quiero decir, no hay muchas escuelas en el municipio, es evidente que los chicos muertos se conocían entre sí. No, no estoy tratando de decir que era un plan de todos ellos, sino que cada quien lo hizo en diferente momento por diferentes circunstancias. Es realmente grave. La juventud del pueblo se siente perdida.

Otra vez me enteré del asesinato de un chofer de combi y su hermano, ambos jóvenes, de entre 17 y 23 años. Según fue por “ajuste de cuentas” que porque mucha gente ya está jalando para el narco. Pero eso sólo es un ejemplo de la gran cantidad de combiamberos y taxistas que han sido asesinados, además de torturados. Y qué decir de las violaciones, esta semana me enteré de una chica que trabajaba en el mercado y que al volver de una fiesta fue violada, golpeada y lanzada al río. La encontraron al día siguiente, muerta.

Quizá la noticia de la que más ha hablado el pueblo últimamente es la del asesinato del hermano del presidente municipal Juan Casas Rodríguez. Las versiones oficiales dicen que simplemente fue atropellado, pero nadie duda que eso sea una falsedad. Dicen que también le “cobraron cuentas”, era un secreto a voces su relación con asuntos ilegales, de él y del presidente. Fue escabroso, lanzaron el cuerpo irreconocible casi enfrente de su casa.

Y ya que llegué con “el presidente” les diré: Es lo peor de lo peor que la ha podido ocurrir a Coyotepec. A Juan Casas ya nadie lo quiere. Peor, ya nadie soporta siquiera escuchar su nombre. Fue más allá del límite de lo impensable (¿esa frase tiene coherencia?), aparte de usar descaradamente los fondos para embellecer su casa, ha denotado ser machista, golpeador de su propia esposa y, por si fuera poco, un idiota. Esto lo digo porque defendió a los criminales que fueron llevados ante él para que se ejerciera justicia. Dichos hombres habían estado asaltando varias casas de un solo barrio, la gente los atrapó y al llevarlos a la presidencia se encontraron con: “Ellos son de bien, yo los conozco”. Eso entre muchos eventos donde muestra su ineptitud.

Respiro. Sé que todo esto es apenas una milésima parte de lo que está ocurriendo en el país. El asunto es que antes que el país entero a uno le preocupa la casa donde vive, sus familiares y amigos. Y Coyotepec, que realmente nunca ha sido un pueblo mágico ni nada por el estilo, no debe ser un foco violento. Como ningún otro municipio. Todos tenemos derecho a vivir en paz. Hay muchas cosas que decir de este pueblo ignorado hasta por su propia gente. Me encargaré de decir las más posibles. Porque ahí me tocó vivir y además porque creo que es posible tornarlo en un mejor lugar, sólo que de verdad se necesitan ganas y trabajo y poca gente está dispuesta a hacerlo. Hay una sombra de ¿conformismo? ¿desinterés? en el pueblo. ¡Ya no hay identidad!

Y bien, hasta aquí el post. Tenía que sacar esto de mi cabeza. Saludos.

 

 

Por cierto, ¿soy la única o a alguno de ustedes también le sucede que no puede poner elementos HTML en las laterales del blog? Ayúdenme.