19 marzo, 2011

Desierto

Poco me falta para ser un desierto. Todo es arena en mí, todo se absorbe y no regresa. Se tragan las experiencias. Se hunden hasta el fondo y no se encuentran. Y me da tanta sed, tanta como no imaginan que me pongo a llorar para que las lágrimas la sacien. Yo se los aseguro, poco me falta para ser uno. Me pondrán un letrero en la cabeza que dirá: Arena era, arena es, arena será. Y el juego de palabras dibujará una sonrisa en mi rostro como los corazones que la gente enamorada hace en las playas.

Estoy tan seca. Tan árida. Mis ojos son las dos lunas que oscilan en la noche. ¿Quién querrá vivir en mi desierto? ¿Quién de ustedes quiere venirse a sentir la brisa de la soledad? Tonterías, como si la soledad fuera capaz de convertirse en aire. No, esto que soy, deja a la soledad en el plano del frío que carcome los huesos. ¿Quién de ustedes quiere venir y ser carcomido?

Nadie. Porque carcomer suena feo.

Poco me falta para ser un desierto. Me consuela que seré inmenso. Ya se saben esa de que los granos de arena son incontables, ¿verdad? Tendré miles de millones de mí. Secos, pero miles de millones. Y jugaré a contarme. ¿Me quiero, no me quiero? Jugaré a decir: Voy a contarme hasta mil y luego dormiré. Mi arena será mi compañía. Correré en mí por las mañanas a la luz que bombeen los latidos de mi corazón. Y en medio del llanto me haré castillos donde pueda convertirme en eso que quería de niña, la tan ansiada princesa.

Me consuela también que siendo desierto los que se atrevan a visitarme será porque de verdad son valientes y me quieren. Y también me motiva la idea de que luego de tanto tiempo de vivir ahí podré recorrerme y llegar al final. No estoy segura de que haya un final, pero debe haberlo ¿no? Imagino que es el mar. Una conjunción perfecta. Y aunque el mar me saca ronchitas porque soy alérgica, me sentiré feliz de verlo y me sumergiré en él.

Pero para eso falta todavía. Aún no soy mar, ni soy desierto. Estoy a punto de ser lo último. Unos centímetros, unos minutos y ¡paf! Desierto soy. Seguramente cuando estén leyendo estás líneas habrá encabezados en los periódicos diciendo “Niña se disuelve”. O me imagino el encabezado del Metro: “Descuartizada en cientos de miles de cachitos”. Ok, eso sonó feo. El hecho es que me falta muy poco. El hecho es que parece que no hay nada que lo pueda evitar.

 

 

También me consuela que se puede escribir en la arena…

08 marzo, 2011

Escape

Al final el único escape sigue siendo:

ESCRIBIR.

Puedo ser una bacteria infectando mi propio mundo. Me levanto todos los días, trato de recordar el sueño que tuve, a veces lo logro, otras no. A veces tengo sueños increíbles, soy una persona con poderes: vuelo, veo el futuro, corro a mil por hora, salvo gente. Otras simplemente no tengo voz en el sueño: me persiguen, me atrapan, me abandonan, me hacen llorar. Últimamente he tenido más de los últimos.

Luego voy a bañarme, escucho música, me sumerjo en las notas, trato de reparar mi perspectiva y lanzarme con todo al encuentro de mis sueños. Pero algo pasa luego de eso que todo cambia. Puedo, de verdad, ser una bacteria que está infectando el mundo ideal que me he propuesto. La soledad me aqueja. Otros brillan donde yo quisiera brillar. Otros ríen. Soy desplazada una y otra vez al rincón de los “prescindibles”.

Esta actitud no es normal en mí. Puedo estar infectada de tristeza o de conformismo y quiero curarme. Pero si algo he aprendido es que no basta querer. No, no basta. Hay que actuar.

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Les cuento un poco de mi vida:

Comencé el 4° semestre de Letras Clásicas. Al final de él nos van a evaluar con dos exámenes de lengua, uno de griego y otro de latín. Si no se pasan esos exámenes no es posible cursar Griego V y Latín V. Mis primeros parciales dejan mucho que desear y eso me deprime. Sé que es por mi culpa pues no me he dedicado con verdadero afán a estudiar las lenguas.

Aparte de eso tengo mucho que leer. Esto no es de ninguna manera alguna queja. Sólo que necesito invertir mucho tiempo en las lecturas y todavía no le agarro tanto amor a los escritores romanos.

Luego se me ocurrió adelantar mi servicio social. Por una parte es muy productivo porque lo estoy haciendo en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Lo que hago no es nada difícil y todos son muy amables conmigo. El “pero” es que igual requiere de tiempo y debo organizarme mejor para hacer mis tareas.

Esas son las tres principales razones por las que he abandonado el blog y por las cuales ya no he pasado a leerlos. Lo que estoy pensando es incluir esta actividad en mi lista y así no pasarlos por alto, pues, aunque ustedes no lo crean, ya forman un espacio vital en mi vida. Y sí, sé que igual poco les puede importar mis explicaciones, pero tenía que decirlo.

 

Al final el único escape que sigo teniendo para todo es:

ESCRIBIR