Bienvenidos a mi pueblo. Coyotepec es un pequeño municipio del Estado de México. Sí, muy pequeño. Tan pequeño que casi todos sus habitantes se conocen o, al menos, se ubican por familias. En el centro tenemos una presidencia municipal, una plaza cívica, un kiosco, una iglesia con su jardín y un mercado. También, en otras zonas, tenemos una casa de piedra, una presa, un puente colgante y un deportivo, además de una casa de la tercera edad y el infaltable DIF.
Es como cualquier pueblo. Excepto porque en los últimos meses la ola de violencia lo ha alcanzado. Y entonces ustedes podrían decir: “Sigue siendo como cualquier pueblo”. Y desgraciadamente sí, porque de unos años para acá la violencia exacerbada, asesinatos y demás se han convertido en el panorama cotidiano de nuestra vida. Y no, no debe ser así, no debemos acostumbrarnos a hechos sangrientos. Coyotepec, aunque pueblo olvidado, era pacífico.
Las malas noticias, o más bien, el seguimiento de las malas noticias de mi pueblo que he ido realizando se remonta ya a poco más de un año. Tenemos variedad: Desde bandas criminales ocultas en casas vecinas, narcos que se pasean sin miedo, violaciones, hasta un repudio total al presidente municipal y disparos a media noche. Y yo, como lo pueden notar en mi blog, soy una persona de visión rosa, así que no le daré a este post un tinte amarillista (espero). Sólo mencionaré ciertos hechos que de verdad están causando pánico.
Cada semana cuando vuelvo a casa me entero de un nuevo muerto. Y lo peor es que, la mayoría de las veces, es un conocido o un familiar (el precio de vivir en un pueblo pequeño). Una vez fue un chico de trece o catorce años que se suicidó. Fue un evento muy desagradable, la madre lo vio y otras cosas terribles mezcladas por ahí. Muchos de ustedes recordarán que el hijo de una prima también se suicidó. Y entonces me encuentro con que muchos chicos de Coyotepec ¡se han suicidado! Quiero decir, no hay muchas escuelas en el municipio, es evidente que los chicos muertos se conocían entre sí. No, no estoy tratando de decir que era un plan de todos ellos, sino que cada quien lo hizo en diferente momento por diferentes circunstancias. Es realmente grave. La juventud del pueblo se siente perdida.
Otra vez me enteré del asesinato de un chofer de combi y su hermano, ambos jóvenes, de entre 17 y 23 años. Según fue por “ajuste de cuentas” que porque mucha gente ya está jalando para el narco. Pero eso sólo es un ejemplo de la gran cantidad de combiamberos y taxistas que han sido asesinados, además de torturados. Y qué decir de las violaciones, esta semana me enteré de una chica que trabajaba en el mercado y que al volver de una fiesta fue violada, golpeada y lanzada al río. La encontraron al día siguiente, muerta.
Quizá la noticia de la que más ha hablado el pueblo últimamente es la del asesinato del hermano del presidente municipal Juan Casas Rodríguez. Las versiones oficiales dicen que simplemente fue atropellado, pero nadie duda que eso sea una falsedad. Dicen que también le “cobraron cuentas”, era un secreto a voces su relación con asuntos ilegales, de él y del presidente. Fue escabroso, lanzaron el cuerpo irreconocible casi enfrente de su casa.
Y ya que llegué con “el presidente” les diré: Es lo peor de lo peor que la ha podido ocurrir a Coyotepec. A Juan Casas ya nadie lo quiere. Peor, ya nadie soporta siquiera escuchar su nombre. Fue más allá del límite de lo impensable (¿esa frase tiene coherencia?), aparte de usar descaradamente los fondos para embellecer su casa, ha denotado ser machista, golpeador de su propia esposa y, por si fuera poco, un idiota. Esto lo digo porque defendió a los criminales que fueron llevados ante él para que se ejerciera justicia. Dichos hombres habían estado asaltando varias casas de un solo barrio, la gente los atrapó y al llevarlos a la presidencia se encontraron con: “Ellos son de bien, yo los conozco”. Eso entre muchos eventos donde muestra su ineptitud.
Respiro. Sé que todo esto es apenas una milésima parte de lo que está ocurriendo en el país. El asunto es que antes que el país entero a uno le preocupa la casa donde vive, sus familiares y amigos. Y Coyotepec, que realmente nunca ha sido un pueblo mágico ni nada por el estilo, no debe ser un foco violento. Como ningún otro municipio. Todos tenemos derecho a vivir en paz. Hay muchas cosas que decir de este pueblo ignorado hasta por su propia gente. Me encargaré de decir las más posibles. Porque ahí me tocó vivir y además porque creo que es posible tornarlo en un mejor lugar, sólo que de verdad se necesitan ganas y trabajo y poca gente está dispuesta a hacerlo. Hay una sombra de ¿conformismo? ¿desinterés? en el pueblo. ¡Ya no hay identidad!
Y bien, hasta aquí el post. Tenía que sacar esto de mi cabeza. Saludos.
Por cierto, ¿soy la única o a alguno de ustedes también le sucede que no puede poner elementos HTML en las laterales del blog? Ayúdenme.