Oye, me gustas. Primero, ya sabes, me gustó
tu cara. Me gustó tu sonrisa y me gustó tu cabello. Pero suele gustarme mucha
gente de esa manera. Personas reales e irreales. Quiero decir, hombres que me
topo por la calle o actores de cine o personajes bien descritos por su autor.
No, tú me gustas. En cuanto las palabras
comenzaron a fluir de tu boca hacia este mundo…supe que había que poner
atención. Lo que dices no lo dice cualquiera. Al menos no cualquiera que yo
conozca. Y no sólo dices frases bonitas, esas todos las podemos decir de vez en
cuando. Dibujas mapas con tus frases, creas historias. Y entonces, al hablar
contigo, me sumerjo en un continente nuevo y fascinante.
No es que carezca de amistades con buena
conversación, todo lo contrario; mis amigos saben que nada me complace más que
una buena conversación. Pero lo tuyo… es que lo tuyo no es sólo una buena
conversación. Es un salirse de este
espacio. Porque a veces ni siquiera requiero hablar para recrearme en el
mapa que dibujas. Ahí está tu pasado, ahí tus deseos, ahí lo que quieres hacer
mañana por la mañana, por allá las historias que leíste y por acá las películas
que disfrutas. Y, además, cantas. Cantas todo el tiempo.
Sí, permíteme decirte que me gustas. Mis
ideas gustan de tus ideas. Y no hace falta decir lo genial que es encontrar
esto al menos una vez en la vida.
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