Es de madrugada y afuera llueve. Me he levantado porque hace frío. Mientras escucho las gotas caer en la ventana, veo que él se sienta en la cama.
-Deberías irte -le digo.
Él no responde y sólo abre sus brazos, invitándome al apapacho.
Lo hago. Claro que lo hago. Es de madrugada, llueve y hace frío. Claro que quiero recostar mi cabeza en su pecho, claro que quiero escuchar el latido de su corazón, su respiración.
-Aún así, deberías irte -insisto.
Él mece mis cabellos mientras su otro brazo me conforta suavemente.
Estamos así un rato.
Quiero conservar este momento.
Quiero conservarlo, sobre todo, porque no existe.
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