Así nada más.
El contacto de nuestras pupilas desata una luz que ilumina nuestro entorno. Lo amo.
Sus pensamientos, sus argumentos, su ser desafiante y que fluye con todo me envuelven cálidamente en la certeza de que me siento feliz y que puedo seguir adelante.
Era un amigo antes, ahora también lo es.
Nada como la confusión de nuestros cuerpos en los días volátiles de este 2012.
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