Cuando era pequeña me gustaba creer que podía hacer
lo mismo que Matilda: mover cosas con la mente. Con el tiempo lo olvidé. Pero
hoy por la tarde el poder se presentó en todo su esplendor. Papá estaba
diciendo cosas que poco a poco me estaban enervando y, antes de que yo pudiera
replicarle, el pan que él estaba comiendo cayó al suelo. Fue increíble porque
pareció como si yo lo hubiera provocado. De hecho, él comenzó a decir que vio
un extraño resplandor en mi mirada y un segundo después el pan ya no estaba en
sus manos. Todos estallamos de risa, pero la verdad es que yo me quedé pensando
en el suceso. Es verdad que puede catalogarse como una divertida coincidencia y
definitivamente no le dedicaría un texto en mi blog si no fuera porque hay
precedentes de hechos parecidos, si no ¿por qué iba yo a pensar de pequeña que
tenía poderes mágicos? La física dicta muchas cosas y lo cierto es que pocos
entienden más del cincuenta por ciento de lo que establece. En mi caso no
entiendo ni el uno por ciento. Así que mi creencia puede estar motivada por la
ignorancia, pero prefiero creer que hay una ley extraña que permite que el ser
humano pueda manejar la energía de tal modo que las cosas se moverán cuando él
lo desee. Es más, si no me equivoco, eso será posible en unos años más. Como
sea, elijo creer que tengo poderes mágicos y elijo ponerme a practicar para
pronto poder prepararme el desayuno sin mover un solo dedo.
1 comentario:
Si algún día lo logras, deberías enseñarme, jo. Yo también quiero preparar mi desayuno sin mover ni un dedo, jo.
:3
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