Voy a cambiar el pueblo pequeño de mi familia para aventurarme a la enorme ciudad del Distrito Federal, dejaré los campos de maíz, el ganado y el canto matutino de los gallos por las calles pavimentadas, la aglomeración de gente y el pulso rápido de la capital del país.
Dejaré las noches silenciosas por el ruido nocturno de la calle donde viviré, el olor a pasto mojado cuando recién termina de llover por las seguras inundaciones de las carreteras. Dejaré los traslados en camión, las travesuras a los transeúntes, la hora de lectura con vista de la autopista por el recorrido de una calle con cierta prisa para llegar a la escuela.
Quizá lo que más me duela dejar serán las discusiones con mis hermanos, las pláticas de horas y horas con mis primos, las cenas familiares, la compañía de pequeña Sara. Ahora que lo pienso, me dolerá dejar también la seguridad y calidez de mi hogar, los montones de libros por leer que me miran insistentemente, quizá lloraré cuando descubra que mi mamá no estará ahí para curar mi dolor de panza, mi dolor de cabeza o simplemente no estará para escucharme. Extrañaré sobre manera los debates políticos con mi papá, las caminatas matutinas, ir por el mandado y hacer sopes.
No podré dormir porque extrañaré mi habitación, sus paredes rosas y el reguero de siempre, extrañaré regañar a mis hermanos, reír con ellos, jugar con ellos, estar ahí para ellos, y puede ser que al pensar en todo esto un fuerte amor por mi familia me diga: NO TE VAYAS!!, puede ser que se introduzca en mi cabeza y lo grite fuerte, fuerte, ¡muy fuerte!
Pero me voy. Es un hecho. Fui aceptada en la Facultad de Filosofía y Letras en Ciudad Universitaria. Me voy porque inicio un nuevo proyecto de vida, porque quiero trascender y porque sé que debo aprovechar todas las oportunidades que mis padres no tuvieron. Me voy con la certeza de que tengo una familia que me ama y que yo los amo también, aunque extrañaré los regaños de mi mamá y las palabras de mi padre.
Bueno, tampoco es el fin del mundo, no me voy para siempre, y regresaré los fines de semana, además existe el messenger, el internet y las líneas telefónicas. Bendito futuro, Después de todo EL CAMBIO es necesario, poder entender la importancia de nuestras raíces, la importancia de lograr nuestros sueños. Porque puede ser que ahora sienta que dejo a mi padres, pero no es verdad, es momento de aplicar lo que ellos me han inculcado, algo que siempre me quedó claro: LUCHA POR LO QUE SUEÑAS, JAMÁS TE DES POR VENCIDO.
Eso es lo que he hecho y eso es lo que seguiré haciendo hasta que muera.
1 comentario:
o deja de luchar...
pero no de soñar.
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