23 agosto, 2023

Un lamento

Me siento mareada luego de haber leído las noticias. Mantenerse al día con mucho de lo que pasa en el país es un trabajo agotador. ¿Cómo estarán las personas que se dedican a documentar y dejar registro de esos sucesos? ¿Cómo estarán las personas cuyo deber es informarlo? Sobre todo, ¿cómo estarán las personas protagonistas de estas noticias? ¿Y las víctimas? ¿Qué tipo de mundo es este donde el dolor es tan cotidiano que hasta parece que no lastima? Me siento mareada y triste. Detesto que esto se convierta en una especie de lamento privilegiado.

Lo que he leído me ha hecho preguntarme acerca de la maldad. ¿Dónde se gesta? ¿Hay un ente malévolo consumiendo almas frente a nosotros? ¿De qué se alimenta? Parece que nunca se saciará. Me ha hecho preguntarme, ¿qué se necesita para albergar una violencia de ese tamaño en la conciencia? ¿Precarización? ¿Falta de oportunidades? ¿Injusticias? ¿Todas las fallas del sistema son alimento jugoso para el asesino? ¿De dónde surge tanta crueldad? Detesto que esto se convierta en una especie de lamento moral.

El hecho es que hay personas asesinadas de las maneras más cruentas. Esos eventos violentos se graban y difunden en internet. Hay personas que pagan por ver esos contenidos. Otras que encuentran los videos en los sitios más oscuros. ¿Se regocijan? Personas que piden más. ¿Personas? Me siento mareada. La tristeza se anuda a la impotencia. Odio que esto se convierta en una especie de lamento inútil.

Basta leer las noticias para notar el horror del presente. Estoy mareada porque estoy en una espiral que parece no tener fin. Y estoy bien, mi familia está bien, mis amistades están bien, esa oscuridad parece no llegar a nosotros -todavía-. Pero, ¿se trata de que llegue? Y si nunca llega, ¿nunca haremos nada para frenar la caída? Es absurdo. ¿Y si llega? ¿Temblaré de miedo hasta que eso suceda? ¿Sucederá? Detesto que esto se convierta en una especie de lamento aterrado.

Desde mi fe, quizá también desde mi ingenuidad, sé que acá hay más que maldad. Desde lo que me hace ser quien soy, quizá también desde la volatilidad de mi existencia, manifiesto aquí mi malestar y me comprometo a hacer lo que mejor que pueda desde donde pueda con lo que pueda para lidiar con esta marea malévola de las personas cuyo centro es la violencia y el desgarro.

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