Nada de anular el voto. Aprendí la lección. Hace dos años, cuando recién cumplí los 18, hubo elecciones municipales. Era mi primera vez. Quería tomar la mejor decisión. Así que me dispuse a escuchar las opiniones de los llamados “adultos” acerca del mejor candidato. De hecho hice una entrada especial para esa ocasión: Acerca de la política en Coyotepec.
Ganó el PRI. Pero no exactamente porque el pueblo siempre vote por el PRI, al contrario, nos han gobernado los tres partidos principales; esa vez el “gallo” del PRI era Juan Casas. Había muchas cosas alrededor de su nombre, ninguna que se acercara lo suficiente a la opinión que se tiene hoy de él. Se decía solamente que era muy joven, inexperto, y la más grave era que había sido una imposición de Peña Nieto. Fui a sus mítines y descubrí igual que no tenía oratoria, ni nada que lo hiciera una persona realmente confiable. Así que descarté mi voto por él.
Tampoco elegí el PRD porque el anterior presidente era de ese partido y había quedado como un imbécil (no tener voz de mando y ser manipulado por todos es algo realmente grave cuando tienes un puesto importante), (creo que hace demasiado tiempo que no hemos tenido buenos presidentes). El candidato propuesto no gozaba de la popularidad ni credibilidad suficiente como para darle la presidencia. Un señor parco que tampoco inspiró mi confianza. Y no era la primera vez que era propuesto. Las dos veces perdió.
Y si no voté por el PAN fue por una estupidez. Por todos lados se sabía que era el mejor candidato, tenía fuentes muy confiables de que el señor iba en serio. Era respetado por el pueblo, gozaba de estudios universitarios, tenía visión. Pero era del PAN, ¿y quién vota por ese partido con la situación actual? Me dejé llevar por la idea de que votar por el PAN era favorecer a Calderón. Y antepuse mi rencor al presidente a los cambios reales que pudo haber tenido mi pueblo. Jamás volveré a dejarme llevar por el partido.
Anular el voto no es la opción. Cuando Juan Casas comenzó a hacer su desmadre no me sentí lo suficientemente identificada con la situación. “Tontos los que votaron por él, que ellos sufran”. Y vaya que han sufrido. La situación ha llegado a tal punto que ya no sabes si reír o llorar. El no ejercer el voto me hizo sentirme apartada de todo, ¿con qué exijo si no voté? ¿para qué me enojo si no participé? Dicen que anularlo es también votar. Falso. Anular el voto es desligarte por completo de todo lo que ocurre. A algunos les late la idea. A mí ya no.
El domingo se vota para gobernador. Claro que me he informado y he participado de la mejor manera posible en las diferentes campañas. Observo muchas cosas: el Estado de México lleva 82 años consecutivos de ser gobernado por el PRI y mi pueblo está más abandonado que nunca, el PAN se ha desesperado y su candidato lo demuestra, el PRD me suena demasiado radical, quiero decir que sus partidarios optan por el odio a los demás partidos y esa izquierda, basada en el rencor, me preocupa. Eruviel y sus gastos desmedidos en campaña, Bravo Mena y sus propuestas tan fuera de lugar (“Si no votas por mí los ladrones entrarán a tu casa”, algo así) y Encinas promoviendo el odio al PRI para que uno se decida por él.
Con todo eso ya sé por quién voy a votar. He comprendido que la política es un gran juego. La mayoría de las veces tu equipo se ve manchado por gente inepta que no hace bien su trabajo. En este país se gusta de encontrar cola que pisar a todo mundo. A casi nadie le importa que realmente existe gente con visión en TODOS los partidos. Personas trabajadoras a las que sí les importa la ciudadanía. Es muy fácil criticar desde la comodidad del hogar, sin realmente inmiscuirse en el juego.
Unos dirán: “Si esa gente existe, ¿por qué no se habla de ella?” o “¿Participar en la política? Sólo para salir enlodado” o “No es política, es mafia, todo ya está dicho, las elecciones son un mero ejercicio de apariencia”. Yo respondería, “soy joven y creo en la diferencia; y también soy de la opinión en que uno debe interesarse por la política, aunque canse, ensucie, decepcione, quiero decir: ¡vivimos! y aunque la democracia no existe en nuestro país, es importante que uno participe porque sólo así podremos tener una base para exigir el cambio”.
Llámenme ilusa. No será la primera ni la última vez. Sólo quería decir que ya sé por quién votar y que no anularé mi voto. He tenido el gusto de conocer a gente pensante de todos los partidos. Lástima que los representantes nacionales de los mismos nos han creado una imagen pésima de ellos. PRI, PAN y PRD, en los tres hay gente que desea un mejor futuro aunque no lo crean. Gracias por leer esto, son héroes por haber llegado hasta aquí. ¡Y no anulen su voto!