09 febrero, 2014

Convertirse en Kvothe

“No sabía con certeza de qué huía, a menos que fuera de la gente. Esa era otra lección que había aprendido, quizá demasiado bien: La gente hacía daño”.

Hace unas horas terminé de leer El nombre del viento de Patrick Rothfuss. La primera vez que leí que el libro existía fue en uno de los blogs que sigo, la autora lo ponía como uno que había que leer antes de morir, así que lo apunté a mi lista infinita. Meses después vi que lo reseñaban en BookTube y me llamó más la atención, pero cuando quise adquirirlo en la librería su precio me asustó un poco. Un día, afuera de metro San Antonio, lo encontré en uno de esos puestos de libros viejos. Lo compré, fue una ganga.

Debo confesar que me desesperé un poco cuando comencé a leerlo, pues antes Rothfuss nos introduce en el ambiente de la historia, en los personajes, marcando claramente las personalidades para que uno se habitúe a ellos, además de utilizar un montón de palabras desconocidas como: fata, chandrian, arcanista, etc… que sólo con el desarrollo irán cobrando sentido. Una vez que Kvothe, el personaje principal, se digna a comenzar su relato todo es más sencillo.

Se supone que este hombre huye de algo o alguien, que espera la muerte por alguna razón desconocida y que se oculta fingiendo ser tabernero. Tiene un ayudante llamado Bast que ayuda a que nadie lo descubra. Obviamente todos queremos saber por qué se esconde, así que llega Cronista, un personaje que ayudará al lector a develar el misterio. Este Cronista lo insta a que narre su historia y Kvothe, haciéndose de rogar al principio, termina accediendo. Básicamente El nombre del viento narra todo lo que Kvothe alcanzó a contarle a Cronista en un solo día.

Me gustó mucho el libro y aquí enumeraré las razones:

1. Es de esas historias profundas que adoro. Es decir, no es una historia sencilla, sino que abunda en todo lo que se pueda abundar: psicología del personaje, psicología de personajes secundarios, ideas inacabadas que terminarán atándose al final (¡deben terminar atándose al final!), religión, sistema monetario, clases sociales, leyendas que sostienen la creación de ese mundo, en fin, que es muy completo y por eso ya respeto a Rothfuss, se nota a leguas que dedicó mucho de su tiempo a idear esta historia y eso es algo que sólo puede valorar alguien que alguna vez se haya sentado a escribir una novela con las mismas ambiciones.

2. Los efectos narrativos. Esta historia está contada en tercera y primera persona. Casi todo el libro es narrado por Kvothe, lo cual es un peligro siempre, pues si el lector no se siente identificado con él, existe el riesgo de que abandone la historia. Afortunadamente no me ocurrió a mí, no puedo decir que AMO a Kvothe, pero sí que me siento identificada con él y es quizás por eso que no lo amo. Es un personaje interesante y lo que más me gusta de su narración es que nunca se olvida de su condición humana, lo que provoca que te sientas todavía más cercano a él. Si tuvo miedo, te dice que tuvo miedo. Si tuvo hambre, te dice que tuvo hambre. No hay falsedades en el héroe.

3. Nuevos conceptos sobre la magia. Al menos para mí. Desde Harry Potter no veía un manejo tan fluido sobre algún sistema educativo sobre magia. No quiero decir que El nombre del viento se parezca a Harry Potter y eso es algo que agradezco bastante. Este libro me provocó una reflexión profunda sobre la palabra “magia” y también me emocionó cuando le dedicó casi todo un capítulo a la “nominación”, tema que adoro demasiado. Me encanta cuando las historias que leo me proporcionan nuevas ideas y me abren mundos vastos en los que me encandilo horas y horas.

4. El carácter femenino. Hay muchas mujeres en esta historia, cada una con una personalidad lo suficientemente delineada para que puedas distinguirlas entre ellas. Si he de ser franca, todas me irritan un poco, porque son tremendamente reales. Si los hombres dicen que no entienden a las mujeres, en la novela de Rothfuss esa afirmación se ve más que reflejada. La principal es Denna y estoy segura de que esconde un siniestro secreto del que, sé, me enteraré a su debido tiempo.

No estoy segura de haber visto fallos en esta historia, si los vi tengo que decir que me gusta con todo y esos fallos. Puedo mencionar: A veces no parece que Kvothe esté contando la historia a Cronista; hay tanto misterio que desespera; ¡es el principio apenas!

Sé que todavía me falta recorrer un largo camino para saber qué ocurrirá con Kvothe y aún quedan muchas preguntas en el aire, por ejemplo, todavía no sé por qué rayos está escondido en la taberna. Pero pasará. Me gusta Kvothe, tiene el cabello rojo y debe ser un pariente lejano de los Weasley y como yo amo a Ron…

No, ya en serio. Me gusta Kvothe porque anida miedos parecidos a los míos. Miedo a le gente, a ser herido, a entregarse otra vez para ser apuñalado. Porque es brillante, pero desordenado. Es precipitado. Es… bueno, ya no les digo, mejor descúbranlo ustedes mismos si alguna vez tienen la oportunidad de leer esta historia. Por lo pronto yo, hoy, me siento un poco Kvothe. Algo me dice que no es buena idea terminar convirtiéndose por completo en él.

1 comentario:

frann dijo...

Aunque aun no acabo el libro, coincido en varias cosas.

1. Me desesperó un poco las primeras 100 paginas, Patrick Rothfuss se tomó toda la calma del mundo, hasta que empieza a narrarle su historia a Cronista es cuando la novela comienza a ponerse interesante.

2. Me encanta que esta muy bien diseñado su mundo, desde crear un sistema monetario, un dios, las obras que representaban, las canciones... no se, se tomo demasiadas molestias para que todo fuera perfecto y no quedaran aspectos que sonaran poco creíbles.