El amor da sombra en un día caluroso, pero luego de algunos minutos comienza a sentirse el frío. No lo puede todo el amor, así que nos lanza de nuevo al sol y cuando la piel vuelve a tostarse, de nuevo sale al rescate para cubrirnos con su bálsamo contra quemaduras.
El amor es un universo enorme si nos sentimos desprotegidos, despliega sus mil brazos para arrullarnos y cobijarnos con cada uno de ellos. Pero luego nos mareamos y nos cansa, así que preferimos correr grandes distancias para alejarnos de la multitud del amor. Nos da sed y bebemos amor. Nos llenamos de amor y lo escupimos.
Caemos y el amor pasa volando, así que saltamos hasta colgarnos de él. Pero después nos soltamos porque el amor lleva una dirección distinta a la nuestra. Y al estrellarnos contra el suelo nos duele muchísimo, sin embargo, el amor llega a curarnos. Porque el amor todo lo cura. Aunque también todo lo descompone.
Y el amor, cuando todo es perfecto, baila alocadamente que nos hace sentir mal. Porque hay algo de la desgracia que nos gusta, algo de lo malo que siempre nos ha atraído, algo de lo prohibido. El amor cuando todo es perfecto pronto se convierte en otra cosa, y quiere dolor y desafío para fortalecerse y volver a lo que era. Y nunca vuelve a ser lo que era, siempre ha de estar cambiando.
Es un amor bueno. Es un amor malo. Es un amor ambivalente.
El amor cuando todo es perfecto se parece a lo que siento por ti.
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