Hoy era la madrugada ideal para beber una cerveza, pero no quise hacerlo. Quise, por un solo día, no tener el sabor amargo en la boca y el mareo gracioso de saberse ebrio y feliz y loco. Sobrio, para afrontar con dolor y entereza todo lo que está sucediendo. Sobrio, con la realidad lacerante. Me dicen valiente, porque de todos los que estamos aquí soy el único que ha prescindido del alcohol y de la droga justo en el día en que nos exterminarán a todos.
Oigo mi nombre claro y fuerte.
¡Qué terrible es saberse vivo!
1 comentario:
Muy nietzscheano este asunto :P
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