03 mayo, 2023

Una pareja que baila


Hace diecisiete años tuve una enorme fiesta de cumpleaños. Vinieron más de 200 personas, ya casi no cabían en la casa. Tuve que saludar a todos, yendo de mesa en mesa, tomándome fotografías. Vinieron mis compañeros de la escuela y los chicos que me gustaban, claro. Vino la que era mi mejor amiga. Fue una fiesta enorme, las luces brillaban como una estrella caída en el páramo del pueblo. Había tanta algarabía que no supe si realmente estaba presente; todo sucedía alrededor de mí y, de alguna manera, me sentía sólo una observadora.

Pero me acuerdo de algo:

Yo estaba en medio de la pista. La voz del que ponía la música dijo: Que pase a bailar con la señorita aquél que la quiere mucho. Pensé que papá pasaría al centro, pero estaba perdido en algún lugar, dando órdenes o verificando asuntos en la cocina. Es una tarea ardua esa de ser el anfitrión en una fiesta tan gigante. Por un momento creí que nadie aparecería. Sin embargo, vi a un joven levantarse y acercarse a mí. Hubo muchos gritos de emoción. Sentí la mirada preocupada de mamá lacerándome la nuca: todo lo relacionado a si yo tenía novio o estaba enamorada, la ponía muy nerviosa. Él hizo una pronunciada reverencia, como si de verdad fuera yo una princesa y él el príncipe heredero de algún reino lejano. Sonreí. Entonces comenzó un vals, él me tomó por la cintura y bailamos. Fue un momento mágico, como dicen que sucede en los cuentos de hadas. Ahí supe que a ese joven yo le entregaría mi corazón.

Lo último que recuerdo de esa fiesta es que todos pasamos al centro a bailar. Vi a tíos, primos y amigos perder el control ante el ritmo de la música. Reí hasta más no poder.

Así termina el recuerdo: con la risa haciendo eco mientras todo se desvanece.

Vuelvo a este presente. En mi mente, que es un universo, hay una esfera de luz donde todo el mundo se está divirtiendo. Y si echamos un vistazo más de cerca, una pareja de jóvenes baila en el centro, con los corazones encendidos. Me gusta volver a ese momento, verlos tan felices. No saben del futuro, no tienen idea de que llegará un momento en que todo se estrellará contra el suelo. Qué caso tiene pensar en eso. Ese baile es suficiente para saber que la vida ha sido buena.

1 comentario:

Lucio dijo...

¡Qué hermoso relato! Yo también recuerdo un instante así. Es cierto, es suficiente.
PD. Escribís muy bien. Disfruto mucho leer tus relatos. Saludos.