28 septiembre, 2023

Mis primeros recuerdos sobre la lectura

Era una época extraña cuando no sabía leer. No recuerdo mucho. Me parece que mamá y papá me contaban historias. Recuerdo el cuento de la hormiguita que se quería casar. ¿De quién es ese cuento? ¿De los hermanos Grimm? Mamá la conocía por mi abuela y luego ella nos la contó a nosotros, a mis hermanos y a mí. Papá, en cambio, nos contaba aventuras de su infancia. Recuerdo especialmente la anécdota de un gatito que mató sin querer, cuando jugaba a ponerlo sobre su cabeza con una pila de tabiques. Todavía recuerdo sus ojos llorosos cuando nos contó que se le habían caído los tabiques y el gatito murió aplastado. A veces ese recuerdo me hace llorar. Sin embargo, ¿cuál habrá sido la primera historia que nos contó? Intento hacer memoria. Recuerdo que papá involucraba todo el cuerpo para dar el énfasis adecuado. Lo descubro hoy: que mis papás eran jóvenes en ese entonces. Además, nos dejaban jugar con los libros como si fueran cualquier otro juguete. De esa manera, mis hermanos y yo construimos carreteras, puentes, ciudades enteras. Aparece, de pronto y de forma nítida, la vez que me regalaron cassettes de lectura en voz alta de cuentos clásicos. Ahí supe por primera vez de la dicha de saber leer y cobró urgencia aprender a hacerlo por mi cuenta.

Cuando aprendí a leer me puse muy contenta. Creo que aprendí en algún momento de mi vida entre el kínder y mi casa. Por las mañanas disfrutaba de mis clases en la escuela, por las tardes mamá repasaba conmigo las letras. Aprendí rápido, me parece. ¿Cuatro, cinco años? Lo primero que leí fue aquel libro de cuentos clásicos que mis papás habían comprado, el de los cassettes. Me pasaba tardes enteras leyendo al ritmo que lo hacía la voz. Recuerdo en específico el cuento de “Riquete el del copete”, sobre todo por la ilustración que lo acompañaba, la de un niño con abundante cabello rubio. Me gustaba leerlo todo: las etiquetas de los productos en la alacena, los nombres de las tiendas, los papeles de trabajo que papá traía a casa, los libros de oraciones de mamá. Cuando aprendí a leer el mundo cambió de alguna forma, pero no porque se pusiera mejor; sólo me descubrí como lectora, aunque hoy entiendo que lo fui desde la primera vez que respiré en este mundo.

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Un pequeño texto que escribí para el Laboratorio: Lectura y Participación en la Formación Ciudadana 2023.

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